La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las sondas tenebrosas

La ambigüedad con el futuro de las pensiones es tan odiosa como los tanteos preparatorios del copago farmacéutico, que, por cierto, ya está en vigor en porcentajes que no cubren los agujeros abiertos en el erario con arbitrismos tan impresentables como el de los sesenta y tantos mil millones de euros aplicados a rescatar bancos arruinados por la codicia. Por eso intentan subirlos, aunque precaricen aún más las condiciones de subsistencia de los sectores vunerables. La pamplina propagandística de los empleos creados debería cesar de una vez, abochornada por la evidencia de que el trabajo temporal y los salarios-basura no pueden cotizar al ritmo y en la medida necesarios para garantizar la cobertura de la Seguridad Social.

El proyecto de vida planificado por los trabajadores españoles a lo largo de su edad activa cuelga sobre el vacío al verse desplazado de las prioridades de la administración pública y suplantado por la salvación del roto que han causado los ineptos y los ladrones. ¿Es ésta una honorable salida de la crisis? Las premisas de la vida laboral que previenen la jubilación y la corresponsabilidad solidaria con la enfermedad no pueden ser alteradas al albur del aventurerismo del que ya se ha cubierto la espalda con salarios, complementos, indemnizaciones y fondos de pensiones millonarios. Fueren legales, o no, la legalidad democrática se queda en milonga culpable si ampara conductas asociales.

El gobierno no ha tomado decisión sobre las pensiones ni sobre el mayor copago farmacéutico, pero las insinuaciones y tanteos abundan tenebrosamente. La minoría parlamentaria es hoy la mejor defensa contra posibles desmanes de la derecha. Todo el bloque progresista está obligado a impedir cualquier rebaja en la protección y la asistencia social, imponiendo la preservación, al menos, de las garantías vigentes, y arreciando en la pedagogía contra el conservadurismo de los más débiles, que ignoran lo que más les conviene a la hora de votar. La estabilidad nacional y la integración europea no sobrevivirían al saqueo de lo poco que va quedando del estado de bienestar.

Compartir el artículo

stats