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El Club de los Viernes | Economista

No temáis a los que matan el cuerpo

En mi compromiso con la libertad (esa facultad natural que tenemos las personas para actuar de una manera u otra, siendo así responsables de nuestros actos) me presenté a las elecciones municipales de 2015 buscando contribuir, desde el liberalismo clásico, a la mejora del municipio. Ese ha sido mi breve acercamiento a la política de partidos. Ya no estoy en VOX. Digo esto por si alguno tuviera la intención de desacreditar este artículo haciendo referencia a mi pasado como ciudadano elegible en una lista electoral.

Al grano. El tripartito carbayón (Podemos-PSOE-IU), incapaz de gestionar la ciudad de Oviedo, entretiene al personal con sus obsesiones particulares y toca ahora, otra vez, renombrar las calles. Creen los actuales munícipes que la reacción del PP, de la Hermandad de Defensores o de algunos vecinos demuestra que están dando en la herida. Esa manera totalitaria de entender las relaciones entre las personas (enfrentando unos bandos con otros) es lo que nos traen los de la "nueva política".

Partamos de un hecho: las personas que viven en una calle son incapaces de decir prácticamente nada del personaje que da nombre a la misma. El que tenga dudas que salga a la calle y pregunte. Esa moda decimonónica de identificar las calles con nombres de personas podría ser perfectamente dejada a un lado y utilizar nombres de la naturaleza (fauna y flora hay para aburrir) o nombres tradicionales como Matadero y Platería. Pero es que, los totalitarios de cualquier partido no quieren evitar la polémica, sino que buscan el enfrentamiento social, pues solo así pueden mantener sus cuotas de poder, sin importar nunca los intereses de los ciudadanos.

Gijón pasó esta primera fase de la enfermedad totalitaria hace 35 años. Lo hizo cambiando entre otras la calle de Calvo Sotelo por Manuel Llaneza. El alcalde por aquel entonces, José Manuel Palacio, del PSOE, decía: "Es incongruente que el callejero de Gijón tenga nombres contrarios al pronunciamiento de la población en las urnas". Curiosa y sobre todo democrática manera de entender la política municipal. Luego vinieron los nombres nuevos: Pablo Iglesias, Pasionaria, Carrillo, Brigadas Internacionales, República y Carlos Marx, por citar algunos pocos. Todo como pueden ver nada guerracivilista y con muy buen rollo. Por eso en Gijón (donde también Podemos está muy unido a la alcaldesa), agotado el argumento "antifascista", la han tomado ahora con los judíos declarándose ciudad anti-israelí. Tiembla Netanyahu.

La llamada Ley de Memoria Histórica lo deja bien claro desde el artículo primero: tiene por objeto reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura (...) suprimir elementos de división entre los ciudadanos (...) fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles en torno a los principios, valores y libertades constitucionales.

Saben de sobra, López y Taboada, que están interpretando la ley torticeramente cuando deciden quitar la calle a Calvo Sotelo (asesinado en las circunstancias que cualquier español culto conoce). Y saben de sobra que haciéndolo pueden deslegitimar el origen de nuestra democracia porque, cuando no queden más indefensos ciudadanos asesinados con los que meterse sin motivo, la tomarán con el heredero de Franco a título de Rey o con los secretarios generales del Movimiento y presidentes de España: Fernández-Miranda y Adolfo Suárez... avanzando hacia el concepto de unificación histórica totalitaria que anhelan.

La convivencia ciudadana en paz y libertad es incompatible con aquellos que como el tripartito carbayón sólo ven el mundo en blanco y negro, dividido en rojos y azules, en buenos y malos, olvidando que el ser humano es mucho más plural en su individualidad y mucho más tolerante en sus relaciones humanas que los postulados que defienden los hijos de las ideologías totalitarias.

"Nolite timere eos qui occidunt corpus animam autem non possunt occidere" (no temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma), dice el versículo que rodea la iglesia de San Francisco, en la plaza de la Gesta, y que afortunadamente se salvará de la piqueta. José Calvo Sotelo, mártir de la libertad y de la democracia, no tuvo miedo, apenas le permitieron despedirse de su familia: "Os telefonearé, a no ser que estos señores se me lleven para darme cuatro tiros". Fue asesinado esa misma noche, una semana antes de la guerra civil.

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