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Sol y sombra

Frío

El frío invierno y Trump han sido noticias. La segunda es más heladora. Nos hemos acostumbrado, sin embargo, a que las temperaturas bajas resulten de lo más asombroso sin que, en cambio, nos parezca sorprendente que en Navidad el termómetro marque 25 grados. Es el mundo al revés, pero hay que aceptarlo.

Antes, sin olas de frío siberiano, la meteorología invernal era exactamente la misma que tenemos ahora y no producía sofocos. Cuando digo antes no me estoy refiriendo a hace diez años, hablo de un mundo que se guiaba de manera fiable por las estaciones. No al verano argentino de diciembre.

Nieva en Alicante, noticia. Sin duda. El frío en Soria no nos debería ocupar en invierno a no ser que traiga consigo la tragedia, pero una reportera se dedicaba días atrás a recordarles a los televidentes que las temperaturas en esta provincia castellana se situaban bajo cero. Vaya novedad. En Asturias nieva en las montañas y según uno se acerca a la costa la temperatura asciende. Es el parte del Hombre Lobo en aquella inolvidable película de George Lucas, American Graffiti. El frío, al igual que sucede con el calor, es noticia verosímil cuando trae la devastación. Por ejemplo en Italia, un país expuesto últimamente de manera feroz a la inclemencia meteorológica, en el que un hotel es sepultado por un alud.

Un invierno más frío de la cuenta para la temperatura informativa ha coincidido con una circunstancia gélida que en Europa debe llevar a reflexionar sobre el movimiento brusco de la opinión pública que ha conducido en Estados Unidos a poner un primate en la Casa Blanca. Un primate desacomplejado que inspira y anima a los movimientos populistas europeos que pretenden darle un vuelco a una realidad coyunturalmente no demasiado buena para todos a cambio de una auténtica pesadilla que presagia el regreso de la historia a sus instantes más dramáticos. Es para tiritar.

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