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Parte de la solución

Puigdemont se equivoca: la UE no quiere más problemas, y menos si cuestionan su supervivencia

El proceso de internacionalización del "procés" consiste en avisar a la UE de que Europa tiene un problema en Cataluña. Como (también) es un problema europeo, Europa debe ser parte de la solución (porque si no eres parte de la solución, eres parte del problema: proverbio chino).

El president Puigdemont hizo saber el martes a una docena de eurodiputados que la UE "no puede mirar hacia otro lado", que España "no escucha" y que su promesa de celebrar un referéndum soberanista, "como muy tarde" en septiembre, "debe tomarse en serio" (porque haya o no haya acuerdo con el Estado, habrá referéndum: proverbio secesionista).

Buen intento, pero fallido. Y costoso: ninguno de los rotativos en los que la Generalitat fundió cerca de 130.000 euros para anunciar el evento reseñó ayer la conferencia de Puigdemont, el vicepresident Junqueras y el consejero de Exteriores, el angloparlante Romeva, en dependencias de la Eurocámara en Bruselas.

Sólo lo hicieron medios escoceses, irlandeses y belgas. De ahí lo de fallido: interesaban cabeceras francesas, alemanas, italianas? pero pasaron del asunto. ¿Por qué? Hay dos respuestas posibles: o bien en esos países se ve el "procés" como un problema exclusivamente español, o bien no se le da "chance" para no alentar a corsos, bávaros y lombardos a conferenciar en la capital comunitaria en reivindicación de sus respectivos diferendos.

En cualquier caso, la estrategia de Puigdemont es errónea: Europa no quiere más problemas, y diciéndole que debe implicarse y ayudar a encontrar la solución del suyo (o sea, que presione para que haya consulta), no se ayuda nada a sí mismo ni a los catalanes, sino todo lo contrario.

De implicarse, la UE lo haría para defender la integridad del Estado miembro, no para ayudarlo a disgregarse. Y por una cuestión de mera supervivencia: sólo faltaría que después del "Brexit", y del riesgo cierto de que el ejemplo británico cunda, surgieran tensiones territoriales en el bloque del estilo de "Yo me salgo de España, pero quiero seguir en la Unión". O al revés, como Escocia: "Yo no me salgo (por ahora), pero me quedo dentro". La geografía variable del club no da para tanto. Ni tiene tantas puertas traseras como un "meublé".

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