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Opiniones de un nómada

1970, viaje a Praga, un nido de espías

La difícil vida en el franquismo

En la década de los sesenta, durante dictadura franquista, cada vez más personas se concienciaban de la falta de libertades y de la necesidad de participación. A ello colaboraron los partidos y sindicatos ilegales y de una manera muy profunda los movimientos especializados católicos que formaron dirigentes y células, con métodos de análisis de la realidad y acción en la vida social, no sólo eclesial. La desgraciada intervención de la jerarquía, entre 1966 y 1968, siguiendo directrices del nefasto obispo Guerra Campos, procurador en las Cortes franquistas, logró desmantelar los movimientos y llevar al exilio eclesial a miles y miles de militantes, muchos de los cuales terminaron siendo extraordinarios dirigentes de partidos y sindicatos. La resistencia antifranquista decidió el "entrismo", entrando en la mayoría de las instituciones, asociaciones y movimientos cívicos, para controlarlos, enrarecerlos o dinamitarlos.

Me introduje en diversos lugares, entre ellos, en el recién nacido Festival (Certamen) Internacional de Cine para Niños. Fácil por la soledad de Isaac del Rivero, siempre persona amable y alejada de conflictos. Evidentemente él no sabía de mi intención de darle un sentido ideológico al festival. Incrementamos la relación con los países europeos, la URSS y Cuba; se extendió el festival, a la juventud, a los educadores, con ciclos y conferencias, etc. Isaac, que siempre fue un creativo, había ofrecido la idea del festival al Ayuntamiento, que lo patrocinó, junto a instituciones nacionales, y controló con un comité ejecutivo, formado por personas de "confianza" y presidido por el Alcalde. La sapiencia cultural y cinematográfica del comité era nula. Diríase: franquistas, gordos, ricos e incultos que se embobaban por codearse en el festival con gentes importantes.

Por 1970, con el franquismo declinando y agresivo, planteamos un viaje por diversas capitales europeas y festivales (Cannes y Praga / Gottwaldov). Yo tenía un difícil handicap para viajar, especialmente a un país comunista: estaba haciendo la "mili" y fichado por la policía. Conseguí un pasaporte especial por amistad con el Director General de Cine. El comité aprobó el viaje colocándonos como "comisarios" dos de sus miembros, un franquista, muy ligado al régimen, y otro, de ambigua calificación.

En Praga las autoridades nos pusieron un intérprete y un guía/comisario. La situación era difícil por la reciente invasión soviética después de la Primavera de Dubcke. En la programación nos llevaron, con gran disgusto del franquista, a la mítica Radio Praga, que, junto a La Pirenaica, era la información externa de lo que pasaba en España. Estuvimos con una de las voces míticas, Lola, una niña española de la guerra, a quien recuerdo con gran afecto. Hablamos de la época reciente allí de Teresa Pàmies, antes de marcharse a París, de la invasión de los tanques del Pacto de Varsovia, de las quince muertes que defendieron Radio Praga de los soviéticos, dando tiempo a informar a los checoslovacos de la invasión. Mi deseo era llevarla a cenar pero fue imposible, estando como estaba rodeado de un nido de espías de todos los colores.

Ya en el hotel, explotó el franquista con un largo discurso sobre las miserias de Checoslovaquia, igualando democracia y comunismo, en contraposición con las maravillas franquistas, un discurso repugnante (mientras yo, bastante caliente, a pesar de los peligros del lugar y de mi situación personal), e hizo que empezase a argumentarle apasionadamente. La situación fue enconándose con acusaciones y amenazas, ante un Isaac demudado y el silencio cómplice del otro miembro, del que hubiese pensado recibir algún apoyo. El franquista, bruscamente, subió a la habitación, seguido de su adlátere. Isaac y yo nos quedamos preocupados, sabiendo el peso que iban a tener en el comité ambos personajes. Al poco, informaron, amenazadoramente, a Isaac de que cancelaban su viaje y ambos volvían a España.

Nosotros seguimos a Gotwaldow, donde estaba la elite del cine para niños de los países soviéticos, y donde pudimos contactar con gentes importantes, que también estaban en oposición a las directrices del Partido en sus países. Salimos de Checoslovaquia a Bruselas y Londres. En España el comité del festival había sido informado. Posteriormente, chantajearon a Isaac con mi baja. Yo comprendí su decisión, por su situación laboral, pero jamás la pude compartir. En el ínterin del viaje, mi quinta fue licenciada. Se acercaba el final del franquismo. Después, visto que el dictador no resucitaba, vimos, sin sorpresa, la multitud indiferenciada de afiliaciones a los partidos de izquierda, entre ellos la de algún miembro del comité, que rápidamente prosperó en su nuevo partido. Talleyrand nunca muere. A los que habíamos estado en el antifranquismo, se nos buscó, por los incipientes partidos, ávidos de cuadros. Me alegro de no haber aceptado ninguna oferta, vista la amalgama y deriva política.

Aquel viaje, contado hoy, parece nimiedad pero en pleno franquismo fue terriblemente peligroso y me enseñó lo innoble de las ambiciones humanas.

Post Scriptum. En 2006 me invitó el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) del Gobierno Mexicano al Congreso Internacional sobre Migraciones, con delegaciones de decenas de países, para participar en los actos culturales paralelos, leyendo mi segundo libro de poemas, "Peregrinaje al misterioso punto cero". El director me pidió moderar la conflictiva mesa sobre la Emigración a EE UU, con el añadido del muro que construía Clinton. Acepté, sabiendo las tensiones existentes, pues un grupo opositor mexicano defendía ese control, contra el resto de los países y ONG's, mientras los observadores de la embajada americana tomarían buena nota de todo. Hice un preámbulo vehemente contra los muros y las mafias que me comprometió demasiado. Fueron horas de tensa discusión y finalmente quedó aceptado que las migraciones no son negativas aunque tengan que ser reguladas y son una necesidad de supervivencia, para unos, por falta de futuro, y, para otros, como puestos de trabajo y renovación demográfica. Allí conocí, como ponente, a Gerónimo Gutiérrez Fernández, que el pasado día 13 de enero fue nombrado embajador de México en EE UU, para afrontar las políticas de Trump. ¡Suerte, amigo, la razón va contigo!

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