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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Palabrería

La reunión de presidentes autonómicos, con ausencia de los de Euskadi y Cataluña

Reunión de presidentes autonómicos. Desdeñosos, no acuden los de Euskadi y Cataluña. "Es un error", siento decir a algunos comentaristas y políticos, a propósito, específicamente de Puigdemont. Lo dice nuestro flamante portavoz senatorial, don Vicente Alberto Álvarez Areces.

¿Por qué es un error? Nada va a perder Cataluña con ello. El Estado, España, usted y yo vamos a ser los únicos garantes de su deuda. Usted y yo les vamos a adelantar (me temo que a regalar) dinero con el FLA. Las tres últimas reformas de financiación autonómica se han hecho tal como ellos querían. El no asistir es una baza más en su propósito de independencia. ¿Qué significa, pues, que es un error? Nada. Se dice, en todo caso, para evitar tener que pronunciarse sobre la realidad. O para adormecer a su parroquia: algún ruido, aunque vacío, hay que emitir.

(Inocente de mí, por un instante, pensé que con la palabra "error" emergía en don Vicente la mala conciencia por la responsabilidad que todo el PSOE ha tenido desde septiembre de 2003 en toda la deriva catalana, con el aplauso destacado, además, de él y de don Javier I el Prudente, que acudieron a alabar y aplaudir in situ todo aquel disparatado caminar socialista. Error mío, claro).

Vanilocuencia. Esta vez a modo y manera de retahíla. La EPA testifica que 2016 cierra con 541.700 parados menos y 431.900 puestos de trabajo nuevos. La respuesta de los sindicatos es la misma que en 2015, cuando se redujo el paro 678.200, y como lo fue en 2014 y 2013, cuando se empezó a salir del pozo. Idénticas descalificaciones negativas: "el trabajo a tiempo parcial", "el empleo precario y de poca calidad", "el modelo económico"? Poco más. Siempre los mismos eructemas, por bien que vayan las cosas. Tan indiferentes a la realidad como las estatuas a la lujuria de los contempladores.

(Por cierto, eso del cambio de modelo económico es una de las mayores necedades que se repiten, digámoslo en asturiano, perayures, una y otra vez. ¡Cómo si consistiese la cosa en acudir a las rebajas a adquirir un modelo económico nuevo y a buen precio! Otra vez el ademán impasible y el desprecio de la realidad: la actividad económica depende de las realidades de la economía y del mercado tanto interior como exterior. No es cuestión de conjuros, ni depende de los gobiernos. De ninguno, salvo en las dictaduras, y eso, parcialmente).

Palabrería, vanilocuencia, cháchara vacua, pienso. Y es entonces cuando se aparece mi trasgu particular, Abrilgüeyu. Montera, chaleco y un grueso tomo bajo su brazo, donde puedo leer "Tratado de antropología".

-No te quejes -me dice-. Mira la parte positiva: ese hablar por hablar es un gran avance evolutivo. Sirve para mantener la cohesión grupal, del grupo de cada uno. Nuestros antepasados, los simios, la mantienen acicalándose y despiojándose. Fíjate el avance: solo con palabras. ¡Cuánto más limpio, por lo menos! Y, además, la cohesión grupal mediante el contacto físico no permite asociaciones de muchos individuos, mientras que la palabra es un afalagu, una caricia, que permite mantener unido un rebaño grande.

Lo miro, me mira, nos miramos. No retruco. Hoy no estoy discutidor. Pero a mí me suena más al hechicero dirigiendo divinas palabras a su cuerpo electoral, digo tribu.

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