Regresa esta noche a las pantallas "The walking dead", una serie televisiva de zombis que confirma una evidencia que data de tiempos inmemoriales: hay que temer más a los vivos que a los muertos, por mucho que los difuntos regresen de la tumba para darse un festín de casquería en crudo y menudillos. Se preguntarán qué tiene que ver un serial de muertos vivientes con este Gijón del alma. Seguramente nada o muy poca cosa. A la actualidad local se le ve más parecido con un "scape room", un juego de moda que inventaron los japoneses y que consiste en encerrar a un grupo de personas en una habitación de la que no podrán salir si en un tiempo predeterminado no resuelven varios acertijos y rompecabezas.
Tal parece que le ocurre al equipo de gobierno de Gijón, que incapaz de descifrar por sí mismo los problemas que acucian a esta ciudad, sea por falta de efectivos o por impericia, se ha encerrado en una caja de cristal de la que no logra salir por sus propios medios, mientras la ciudad languidece. Necesitan Moriyón y su gente de ayuda frecuente para sacar adelante los grandes asuntos pendientes, ya sea el crucigrama del plan de urbanismo, el sudoku del soterramiento de las vías o el trabalenguas de la enrevesada situación de los proyectos de empleo... Y tiene tendencia a requerir la ayuda siempre de los mismos para aliviar los acertijos que le tienen amarrado a una situación exasperante de ni p'alante ni p'atrás, en un aquí me quedo y aquí me planto que aburre a las ovejas y espanta a las abejas. Tal parece que se mueven como zombis por una habitación sin vistas.
