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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Frutos tardíos

Ana Pinto, una prehistoriadora, anuncia en LA NUEVA ESPAÑA que los neandertales de una cueva de Onís, antepasados nuestros parcialmente, fueron los últimos en desaparecer de toda la cornisa cantábrica. Otras espeluncas asturianas ya proporcionaron en el pasado datos sobre la pervivencia de nuestros paraparientes más allá de lo que pervivieron en otros sitios.

Menéndez Pidal acuñó la expresión "frutos tardíos" para referirse a géneros o producciones literarias que maduraban en España con posterioridad a otras partes de Europa, fuese por razones sociales, fuese por la situación periférica de la Península.

La misma expresión, "frutos tardíos", podría servirnos para designar algunas situaciones que en Asturies se dan, pero no en el sentido de "floración tardía", sino en el de "frutos que perduran en el árbol más allá de su sazón", tal esa pervivencia neandertalense.

He aquí un ejemplo. Busquen en la hemeroteca de este periódico y advertirán cómo los visitantes más perspicaces detectan, desde siempre, que la mentalidad mayoritaria en el país, el discurso dominante, parece vivir en una década anterior a la que vive el conjunto de España y que, al mismo tiempo, no acaba de hacer el esfuerzo de integrarse en la realidad económica contemporánea o no acaba de comprenderla de una manera efectiva.

Seguramente esa mentalidad es indivisible de su envés, el del complejo de inferioridad, que, por ejemplo, el escultor Eugenio López, califica de "atávico". En último término, podríamos calificar esas actitudes de dos formas: conservadurismo (de izquierdas y de derechas) y misoneísmo.

Muestras de esos "frutos tardíos" que nos caracterizan. Acaso herencia de esos últimos neandertales en el escaso dos por ciento genómico que de ellos heredamos.

Es broma la premisa, pero es verdad la conclusión.

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