Gijón puede ser la bomba pero no es la leche. Según datos del último estudio de Benigno Fernández Fano, una de las cabezas más brillantes en la reflexión sobre el agro asturiano, en el concejo gijonés quedan 53 explotaciones lácteas, con 1.155 vacas de leche. Mire usted por dónde, una de ese millar, propiedad que es del ganadero de Castiello Eduardo Fernández, el rescatador de vacas náuticas a paladas, ha cobrado estos días rabiosa actualidad.
Dice su dueño que Benji Mariposa, la res nadadora, es una vaca díscola, que no hace carrera de ella. Si en los humanos la cara es el espejo del alma, entre la población vacuna el espejo del alma es el nombre. Benji y Mariposa conforman un pedigrí lácteo doblemente deportivo, de manera que nos hallamos ante una vaca de campeonato, de medalla olímpica. Por el lado paterno, el apellido Benji hace pensar que la res es peleona y tan rápida en la escapada y en el engaño que, si no logra hacer pie -o mejor, pezuña- cualquiera la acusará de piscinazo. Y si alguna vez se pone en huelga de ubres caídas, actuará a la japonesa: o sea, que se ofrecerá muy digna para el doble ordeño. Por parte de madre, el apellido Mariposa anuncia que le gusta nadar -a la vista salta, según los recientes titulares- y que es liviana para su edad, trescientos kilos de canal dotados para el medio acuático. Se trata de una vaca de estilo y sincronizada, entre Mireia Belmonte y Gemma Mengual. Uno ya no sabe si esta vaca de Castiello es la monda o es ella la vaca que ríe. Esta vaca ya es famosa: ente todos la hemos puesto en el trampolín.
