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Ya ni el Parlament

Puigdemont quiere escamotear el debate de las leyes de ruptura para sortear a los jueces

La apisonadora soberanista ya no respeta nada, ni siquiera el Parlament en cuyo nombre cometen los "procesantes" una ilegalidad detrás de otra. Dice mucho de su delirio rupturista este nuevo episodio de alocada huida hacia adelante: para darse prisa sin dar explicaciones, los rectores del "procés" pretenden ahora aprobar sus sediciosas propuestas mediante tramitaciones "exprés" y en lectura única, es decir, laminando el papel de la Cámara en tanto que foro de discusión.

El objetivo, dado que Junts pel Sí (JxS) y la CUP tienen mayoría absoluta, no es esquivar un "no" del resto de los grupos; eso no les amedrenta. Y tampoco es que en su desbarre ya no acepten siquiera que la oposición les enseñe los dientes en un franco debate. Se trata simplemente de ir más rápido -pues la ola de corrupción del "caso Palau" se les echa encima- y de ocultar a los ojos de los tribunales el contenido de las tres leyes "de desconexión", escamoteándoselo antes a su "soberano" Parlament.

El atropello es de una gravedad difícilmente superable, salvo que el espejo en el que los soberanistas hayan decidido mirarse esta vez sea el de las repúblicas bananeras. De nuevo, más que como patriotas se conducen como patrioteros (lo que son); y otra vez vuelven a dar muestras de un comportamiento próximo al golpismo, con la Cámara catalana como daño colateral.

Durante años se han llenado la boca afirmando que el Parlament es el único depositario de la soberanía de Cataluña, y ahora no tienen reparos en pasárselo por el forro para aprobar las leyes de ruptura a la remanguillé, evitando la clase de debates por los que la presidenta de la Cámara, Carme Forcadell, va a ser emplumada en cualquier momento.

La idea es de JxS y la CUP ha evitado darle su visto bueno, alegando que no están por el "cotilleo de cuál debe ser la vía procedimental de tramitación de lo que nos queda de legislatura". O sea, animando al Grupo que forman la antigua Convergència (ahora el PDECat) y ERC a romper por las bravas, como los "cuperos" siempre han querido.

Más extraño es que ERC, a la que corresponden 30 de los 62 diputados de JxS, haya aceptado el juego, siendo como es fruto de la presión que las revelaciones de Jordi Montull sobre la financiación ilegal de Convergència, que están al caer, ejercen sobre Mas, Puigdemont y el resto de los independentistas sobrevenidos del viejo pujolismo.

Quizá es que Junqueras, el hombre que ya posa sus manos con absoluta confianza en los hombros de la vicepresidenta Santamaría, se ve cada vez más cerca de la presidencia de la Generalitat, pues un nuevo anticipo electoral (el tercero consecutivo) está muy próximo y todo lo del "caso Palau", más lo que se derive de este pasarse el Parlament por el orto, le viene al líder de ERC que ni pintiparado.

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