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Vuelve la chispa

Los equipos suelen empezar de cero cada temporada, pero el Oviedo de la actual empezó en números negativos. El divorcio de la pasada campaña (episodio traumático con Egea por medio) estaba aún reciente y la contratación de Hierro, así de primeras, no generó un entusiasmo desmedido. La afición, en términos generales, encaró la temporada entre vigilante y descreída. Debía ser el equipo el que enganchara a la gente y al principio costó. Los resultados fueron enderezando el rumbo aunque el juego no transmitía. La relación no era tan estrecha como en los últimos años. Faltaba "feeling".

Esa chispa se ha recuperado en los dos últimos partidos en el Tartiere. Hay diversas razones que explican el flechazo repentino, el regreso a las buenas costumbres. Están los resultados, por supuesto, pero Oviedo es una plaza tan compleja que no solo influye el marcador. Aquí también importa el cómo. El Oviedo que surge del mercado invernal es mejor equipo, tiene más confianza con el balón, combina con más acierto y, en términos generales, juega mejor al fútbol. Añade a esa nueva tendencia más atractiva (no de forma continua, más bien a intervalos) la constancia que ha mostrado desde el inicio de curso. El público, ahora sí, se identifica con el equipo. El Tartiere, como el superhéroe al servicio de la ciudad, siempre aparece cuando se le necesita.

Christian, el adoptado

Christian Fernández domina su parcela también como el mensaje. Es de esos futbolistas que a uno le extraña que no hubieran llegado antes a Oviedo. Asume su papel con naturalidad ("soy un defensor asqueroso para el rival"), lanza mensajes con tirón ("el Oviedo es el club más grande en el que he estado") y domina la escena (celebración como guiño al Tito Pompei). Futbolísticamente hace tiempo, una vuelta, que se ha hecho su parcela en el lateral izquierdo a base de garra y empuje. Encaja perfectamente con el Oviedo. Cántabro de nacimiento y con una larga lista de equipos a sus espaldas (Racing, Las Palmas, Almería, DC United, Huesca y Oviedo), para muchos es algo así como un canterano de adopción.

Aquí un pivote

Las sospechas generadas desde su llegada se confirmaron en 90 minutos: Borja Domínguez es pivote. Hasta ahora, el gallego había ofrecido alternativas desde la media punta, un puesto en oferta en la amplia plantilla azul, pero había algo que hacía intuir que lo suyo ahí era un poco forzado. Lo demostró ante el Cádiz. Borja se presentó como la opción prioritaria en la salida del juego azul. Siempre con una visión periférica y un GPS mental que le hacía encontrar la mejor vía. Falló algunos pases pero nunca se escondió. Dominó en la segunda mitad destacando incluso en el apartado físico: no parece del tipo de futbolista que se diluya con el paso de los minutos. A su lado, Erice también creció. Pudo centrarse en lo suyo, las vigilancias defensivas. Si a alguien le quedaba alguna duda habrá quedado resuelta: Borja Domínguez es pivote. Y un pivote con muy buena pinta.

Ensayo para el play-off

El Oviedo navega a ritmo de play-off, ese es el objetivo y nadie trata de esconderlo a estas alturas. La promoción es ese universo paralelo en el que el irregular sexto clasificado tiene tantas opciones de ascender como un sólido tercero. Quien llegue a junio más fresco y con más convicción tiene una ventaja considerable. Que se lo pregunten a Osasuna la temporada pasada o al Córdoba en 2014, tras acabar séptimo en la Liga. El partido de Cádiz, como el del Getafe, sirve como ensayo para un hipotético play-off. En esos partidos, la temperatura sube y los fallos se agigantan. Para algunos futbolistas, no es sencillo competir en esas condiciones. La ventaja del Oviedo es que vive en un clima similar desde la primera jornada.

Las cicatrices de "los 155"

Cuando el Oviedo navegaba con rumbo errático por Segunda B soñaba con un momento clave. El Oviedo subiría y cuando esto sucediera, antes o después, cogería mi lista de perfiles seguidos en Twitter y eliminaría aquellas cuentas que, honradamente, informaban de la desagradecida Segunda B. Sería un instante íntimo, una especie de liberación personal. Pasar página. Al día siguiente de la hazaña en el Carranza me puse manos a la obra pero fui incapaz de borrar aquellos perfiles. Es como si les debiera algo por los años en el barro. Pasado un tiempo encaré otra vez el reto y tampoco fui capaz. Pensé que era simple curiosidad: dejar una ventana abierta para comprobar cómo van las cosas por ahí abajo. Pero había algo más.

No hay que eliminar el pasado. Mirar hacia adelante, sí; olvidar de dónde se viene, nunca. El Cádiz intentó la semana pasada hacer una curiosa y particular lectura de la eliminatoria vivida en el Carranza sin que quedara muy clara la intención de su comunicado. El Oviedo contestó con rapidez y eficacia: con un texto bien documentado. "Los 155" no olvidarán aquella experiencia; por suerte, el oviedismo, muy dado a recordar su pasado, tampoco. Un comunicado no puede borrar las cicatrices.

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