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Cosme Marina

Rossini y mucho más

Uno de los directores de orquesta preferidos del público ovetense

Anteayer fallecía en Pésaro (Italia) el maestro Alberto Zedda, uno de los nombres de referencia en la musicología y la dirección orquestal de los últimos cincuenta años. Zedda ha sido el gran apóstol de Gioachino Rossini, el responsable de haber recuperado títulos olvidados del compositor italiano, demostrando que "había vida" mucho más allá de "El barbero de Sevilla". A través del Festival Rossini de Pésaro (ROF) consiguió que melómanos de todo el mundo peregrinaran cada verano a la ciudad natal del compositor a presenciar su catálogo lírico a través de versiones musicalmente impecables, y de puestas en escena en las que el riesgo y la innovación eran un valor añadido, porque el maestro Zedda nunca fue un conformista. Todo lo contrario, siempre luchó por ir hacia adelante, sabedor de que el material operístico admite muchas lecturas y todas ellas, de una u otra manera, acaban enriqueciendo el original. Incluso con los errores, que de todo se aprende.

Alberto Zedda ha sido un grandísimo músico, con una visión integral de su trabajo que, además, ha tenido una honda vocación pedagógica, a través de la Academia Rossiniana de Pésaro y tantos otros proyectos a lo largo del mundo. Impulsó a multitud de cantantes, directores de escena y musicales, dándoles las primeras oportunidades y arriesgando, una vez más, para dar a conocer una calidad que venía avalada por el prestigio de un maestro de solidísima trayectoria en los principales teatros de Europa y América, en las mejores orquestas y que supo, como pocos, asimilar la gran tradición operística italiana para darle nuevo impulso.

Su labor con el legado de Rossini ha sido inmensa, esencial, pero también ha trabajado con eficacia otros compositores coetáneos y otros repertorios tanto del Barroco, como del Romanticismo o del Posromanticismo, algo menos conocido por el gran público. Pero hay un aspecto más allá del musical, aunque se imbrica en el mismo, porque acaba siendo una lección de vida. Zedda ha sido una persona de fuerte conciencia política y social, capaz de luchar por extender la ópera y la música a todas la capas sociales, consciente de su valor como aglutinante social, de su importancia para el ser humano. Su aporte vital alcanza un calado profundo y sustancial e impregnó su trayectoria profesional de unos valores éticos de altísimo relieve.

El maestro Zedda ha tenido amplia vinculación con España, convirtiendo La Coruña en su ciudad de adopción, tras su matrimonio con Cristina Vázquez. Oviedo fue una de las ciudades españolas que tuvieron el privilegio de contar durante bastantes años con su presencia, especialmente en el teatro Campoamor. Trabajó tanto con Oviedo Filarmonía como con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y recibió, en dos ocasiones el Premio Lírico Campoamor, el último de ellos como un reconocimiento a su carrera, hace cinco años. Para dirigir a la orquesta quiso entrar en el escenario "remolcado" en un carrito por Rossy de Palma, una forma de decir que se sentía como una parte más de nuestro teatro. Aquí dirigió "El barbero de Sevilla", "La Italiana en Argel", "Tancredi" y "El turco en Italia", en funciones memorables que quedan en la memoria de los melómanos asturianos y en la historia de nuestro teatro. Gracias maestro por tanto, por acercarnos en toda su inmensidad el universo rossiniano. En el plano personal, gracias por todo lo que aprendí a tu lado en veladas que guardaré como tesoros, gracias por tus consejos, por tu sabiduría, por dejarme estar en algunas de tus clases, por los días de Pésaro, en los que siempre es verano y en los que Rossini se funde con el fragor del verano italiano, por todo ello, por la luz que aportabas en cada empeño musical y personal, por las riñas apasionadas con las que reconvenías los errores, y por el cariño, la paciencia y el buen humor en el que siempre acababan desembocando de forma inexorable. Por todo ello, gratitud infinita.

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