Una de las varias partidas de ajedrez que se disputan sobre el tablero de El Musel dirime el futuro de su torre más alta y joya de la corona portuaria: la planta regasificadora de Enagás, técnicamente en hibernación y jurídicamente puesta en grave entredicho. Un último movimiento, no por esperado menos sorpresivo, ha supuesto un vuelco en la defensa de la citada torre -que es doble y cilíndrica-, con la decisión del Ministerio de Energía de abrir la espita, por la vía de un real decreto, a la legalización de una instalación polémica y sentenciada por los jueces, en situación de jaque.
El Ministerio de Energía pretende regular diversos aspectos del sistema gasístico nacional, lo que permitiría legalizar la regasificadora de El Musel, la única en situación de hibernación en España, lo que significa que pese a no estar operativa se le retribuyen los costes de inversión y mantenimiento. Ocurre que la instalación fue declarada ilegal hace un año por el Tribunal Supremo y los detractores, que son numerosos y variopintos, no sólo critican la decisión ministerial sino que reclaman la demolición del gigante de hormigón, que costó más de 380 millones de euros y que ha supuesto en los últimos años un gasto de otros 125 en el recibo del gas pese a que nunca funcionó.
Por mucho que la norma en la que se apoyaron los ecologistas para lograr la suspensión judicial de la planta ya esté derogada -que en el símil ajedrecístico es como si hubieran cambiado las normas de la partida-, no está claro que blancas jueguen y ganen. Lo que parece seguro es que nadie va a firmar tablas.
