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Sol y sombra

El origen del latrocinio

Entre la obsesión que, según Artur Mas, existe por que deje la política y la que él mismo mantiene para seguir en ella a toda costa figura la razón inexcusable de las comisiones del 3% que en algunos casos fueron del 4%, como se desprende de las últimas denuncias en el caso del Palau de la Música. Mas, como es natural, no lo quiere entender, niega y reta a la Fiscalía a investigar todas las concesiones de obra pública de su etapa al frente de la Generalitat.

Parece ser que hubo un desfalco en el Palau pero el expresident sostiene que todas las adjudicaciones se hicieron como es debido y que Convergència no recibió dinero de los supuestos desfalcadores. Millet es, para los dirigentes convergentes, un anciano de 81 años fuera de sus cabales que ha destapado el escándalo de las comisiones por mero resentimiento. Mas cuenta con el terreno abonado para justificar que si se le persigue es porque su presencia molesta y que si no sucede lo mismo con ERC es debido a que incomoda menos. Un curioso razonamiento basado en la vieja táctica de echar balones fuera.

No obstante, la pregunta que deberían empezar a hacerse los catalanes es quiénes les roban ante el planteamiento reiterado de los secesionistas de que los ladrones están en Madrid. En Madrid hay unos cuantos, no es que brillen por su ausencia, pero una buena parte de ese 40 por ciento fanatizado de Catañuña tendría que replantearse el auténtico origen del latrocinio. El clan delictivo organizado Pujol, el "caso Palau", las comisiones del 3 o del 4 por ciento que señalan desde hace tiempo a quienes han gobernado todos estos años son motivos suficientes para recapacitar sobre quienes están esquilmando verdaderamente a su país.

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