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Alberto Menéndez

Sindicalismo y política

El SOMA no se olvida de las maniobras en la sombra

Hubo un tiempo en el PSOE asturiano en el que diferenciar entre política y sindicalismo resultaba casi imposible. Eran los años -décadas de los ochenta y los noventa- con dos sectores preponderantes claramente enfrentados en el socialismo regional: el del SOMA-UGT, que controlaba las agrupaciones de las cuencas mineras, y el del Metal -también ugetista, por supuesto-, la referencia en Gijón y Avilés. Los órganos de dirección del partido se constituían en base a cuotas de poder sindical. El máximo exponente de esta confluencia entre las organizaciones de carácter político y las obreras fue José Ángel Fernández Villa, durante décadas máximo responsable del Sindicato de Obreros Mineros y a la vez gran muñidor de la Federación Socialista Asturiana.

Con el paso de los años la influencia sindical fue perdiendo fuerza en la FSA, más o menos al mismo ritmo que la minería asturiana fue reduciéndose, porque si el metal llegó a adquirir protagonismo en el PSOE fue más para hacer contrapeso al SOMA, y fundamentalmente a Villa, que por interés personal de sus dirigentes. He aquí la principal diferencia entre unos y otros político-sindicalistas.

Evidentemente, las prácticas de tantos años tardan en desaparecer, aunque el SOMA de ahora no tenga nada que ver con el de antaño. Pero así y todo sigue siendo la gran referencia en el PSOE de las Cuencas. Y lo es a pesar de los escándalos protagonizados por quien fuera su líder carismático, que controlaba todos los movimientos políticos y sindicales. Por eso no debe extrañar que continúen orquestándose campañas de todo tipo en torno al SOMA y su área de influencia (que en este momento no se sabe qué abarca). Operaciones que van con su ADN; o quizás sería más justo decir con el ADN de quienes relanzaron el sindicato a partir de los años setenta del pasado siglo, José Ángel Fernández Villa y su gente (que fue mucha y cambiante). Lo que pasa es que ahora todo es mucho más confuso. Por el medio hay intereses personales y sindicales, también políticos (como siempre), pero sin nadie que los encauce. Y Villa permanece. No ha desaparecido. Quedó demostrado la pasada semana.

Al final, lo único que están logrando los sindicalistas de ahora y los de antes es ir acabando con el prestigio del Sindicato de Obreros Mineros de Asturias.

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