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Profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo

Es el antisemitismo de la izquierda

Ante el boicot del Ayuntamiento gijonés contra el Estado judío

Hace unos días los profesores Vital y Ramón d'Andrés plantearon la pregunta: ¿Por qué sólo Israel? (LNE, 22/03/2017) refiriéndose al absurdo boicot del Ayuntamiento de Gijón contra el Estado judío y afirmaron: No lo sabemos. Con el argumento de defensa de derechos humanos frente a la represión estatal se podría boicotear a EE UU, Rusia y China y una gran parte de los Estados del mundo actual, pero sólo Israel es el único Estado representante de este mal global. Yo creo que hay dos respuestas evidentes que se retroalimentan y que explican la más que lamentable actitud de una parte de la izquierda hacia Israel.

La primera consiste en la miserable cobardía de una izquierda que le gusta ejercer el poder y la autoridad moral sobre un enemigo débil y vulnerable y como con EE UU o China no pueden buscan el Estado pequeño y más amenazado y odiado del mundo. En un acto más que ridículo quieren convertir al Ayuntamiento de Gijón en juez moral del mundo, una especie de ONU bis. Es más, ni contra este enemigo pequeño se atreven. Su heroico boicot se dirige contra un grupo de teatro israelí y contra la cantante Noa que leyendo un llamamiento a la armonía y a la paz en Oriente Próximo en el teatro Jovellanos tuvo que sufrir insultos como "¡Sionista asesina!". Pero cuando surgió la posibilidad de ver a La Roja en el Molinón ya retiran su actitud de boicot y se limitan a protestas democráticas.

La presencia de la selección de fútbol israelí sí es una buena ocasión para protestar contra la terrible política del Gobierno en los territorios ocupados porque, a cambio de un grupo de teatro o una artista, una selección nacional de alguna manera representa su país y en el caso de Israel, además, la federación de fútbol viola los derechos de la FIFA con sus actuaciones en los territorios ocupados. Que los representantes oficiales del fútbol israelí sientan el rechazo y la protesta contra la represión de los palestinos en todos los lugares y partidos sería una buena noticia de conciencia ciudadana internacional. Intentar impedir una obra artística, sin embargo, es un acto proto-fascista.

Para la segunda respuesta a la pregunta inicial hay que comprender un viejo complejo de la izquierda. Con su ideario de internacionalismo e igualdad, la izquierda siente un tipo de inferioridad injusta por no poder utilizar las armas ideológicas más fuertes de la derecha que son el fomento de emociones nacionalistas y racistas. La racionalidad de los derechos humanos universales pierde constantemente las batallas políticas frente a los populismos irracionales de derecha hasta tal punto que muchos movimientos de izquierda se convierten en racistas, nacionalistas y violadores de derechos humanos en cuanto se acercan al poder. Frente a este complejo de inferioridad el antisemitismo ofrece a la izquierda un enorme atractivo de un racismo supuestamente justificado, un tipo de racismo barato que vale tanto para la derecha como para la izquierda y te deja siempre en la posición de una moral superior.

La segunda respuesta, por lo tanto, apunta al antisemitismo muy arraigado en la cultura occidental incluida la izquierda. Los textos de los socialistas utópicos (Blanqui, Saint Simon, Proudhon) y anarquistas (Bakunin) e incluso algunos del marxismo clásico están repletos de antijudaísmos, culpables del capitalismo y del dominio del dinero. Después del Holocausto hubo un breve periodo de silencio hasta que la Guerra de seis días de 1967 reconvirtió a los judíos otra vez más en verdugos y los palestinos en las nuevas víctimas del capitalismo judeo-norteamericano con Israel como ejecutor. En los imaginarios de la izquierda vulgar, los palestinos son el nuevo pueblo víctima (los nuevos buenos) y los israelíes los representantes del imperialismo del dólar (los malos de siempre). En estos discursos, judío, israelí y sionista se convierten en una misma cosa y, otra vez, en el mayor enemigo de la humanidad y una fuerza conspiradora mundial... y la derecha aplaude sumamente contenta.

Propongo a la izquierda antisemita de Gijón ser más coherente y en vez de publicar declaraciones dirigidas a la ONU, algo que no le corresponde en absoluto, presionar al Principado de Asturias para que se abstenga de competir por inversiones como la del grupo automovilístico Tesla que utiliza en sus coches eléctricos, igual que varias otras marcas, componentes de compañías israelíes como Mobileye, ya que la industria israelí es líder en energías renovables y electromovilidad. No queremos industrias y empleos de futuro manchados de sangre israelí. De paso también pueden boicotearme a mí mismo por haber trabajado de joven como voluntario en un kibutz israelí (comunidades cooperativas y autogestionadas fundadas por los primeros inmigrantes judíos en Palestina a principios del siglo XX) y por haber mantenido contactos con la ONG israelí Kav La'oved (con afiliados judíos y palestinos) para la defensa de los derechos de los trabajadores palestinos en Israel, trabajadores no atendidos por el sindicato oficial Histadrut. Sería un honor personal sufrir vuestro boicot.

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