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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La fabada del monzón

Camboya es un país donde callan las bocas y hablan las cicatrices, un territorio que aún sufre las secuelas del terrible genocidio perpetrado por el régimen comunista de los Jemeres Rojos del sacrílego Pol Pot. En ese país, donde el noventa por ciento de la población profesa el budismo y donde la segunda religión es el islam, donde pervive una notable influencia hinduista e incluso china, un jesuita gijonés acaba de ser condecorado con la máxima distinción nacional, por los méritos de su labor social y altruista con los más desfavorecidos.

¿Qué podría decirse de Kike Figaredo que no se haya escrito ya? Por él hablan sus hechos y su sonrisa de hoja perenne, que perdura incluso en las situaciones más adversas. Los hombres que sonríen agradan a Dios, solía decir un fraile del colegio de mi infancia, un hermano de La Salle que nos quería siempre alegres, que denostaba cualquier gesto de tristeza. En cada foto que llega de Camboya, Kike sonríe, como cuando regresa a Gijón a recaudar fondos para su monumental obra en aquel país, parte de la antigua Indochina, que fue protectorado francés hasta bien entrado el siglo XX.

Pero no sólo el sacerdote sonríe, también todos los que le rodean, personas crujidas por el dolor y el abandono que acompañan en cada imagen que recibimos al cura asturiano, como es ésa reciente en la que les agasaja con una fabada que hierve en el agua templada de los monzones. Debe ser un estadio muy parecido al paraíso el que gobierna este sacerdote cuya mirada derrama en el resto las albricias de la felicidad.

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