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Sol y sombra

La falta de decoro

El decoro parlamentario ha generado un debate en el Congreso. En ausencia de otro tipo de discusiones interesantes hace tiempo que debería haber ocurrido. El objeto de esta controversia para algunas de sus señorías es la angustiosa y evidente falta de modales en Podemos que no gustan en el PP, el PSOE y Ciudadanos. El caso es que Podemos también repudia a los populares por sus formas, no tanto en lo que concierne a la urbanidad, pero sí en cuanto a que no hay respuestas. Pablo Iglesias cree que al presidente del Gobierno, en particular, y al PP, en general, "se la bufa" no sólo lo que está ocurriendo en España en estos momentos sino lo que sucedió en los noventa del pasado siglo con "el Rey emérito". Por poner el último ejemplo.

Por culpa de la supuesta dejadez del Gobierno en ofrecer explicaciones sobre los asuntos que le interesan a Podemos y el "pseudoparlamentarismo" podemita, Soraya Sáenz de Santamaría le dio un repaso el otro día a Irene Montero. Como dicen ahora, un "zasca". Montero quedó algo a los pies de los leones de Ponzano que guardan el palacio de la Carrera de San Jerónimo, pero a ella eso "se la bufa".

Las formalidades parlamentarias son "viejunas" para el podemismo, que esgrime su agresividad por delante de la razón para desacreditar a quienes no piensan igual. Ahí estoy de acuerdo con la Vicepresidenta. Reza el viejo refrán que lo cortés no quita lo valiente, pero Iglesias y su tropa de asalto practican la teoría marxista (de Groucho) de "la próxima vez que le vea, recuérdeme no saludarlo". Es un problema pueril propio del tipo de sociedad que representan. Sin embargo hasta en una declaración de guerra debe observarse la cortesía, como dijo Von Bismark, un político que precisamente se caracterizó por su determinación.

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