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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Ponerse medallas

Ya conocemos la nómina completa de candidatos a recibir este año las máximas distinciones honoríficas que otorga Gijón, las medallas de oro y de plata de la ciudad. La impresión de la calle es que el proceso anual se ha convertido en un intercambio de cromos: tú no critiques mi elección y yo no cuestiono la tuya. Nadie mide los méritos porque nadie se atreve a poner en duda un sistema dudoso que se consolidó hace unos años, cuando la izquierda propuso a Santiago Carrillo y la derecha a Rodrigo Rato, y se armó la marimorena. Decisión salomónica y santas pascuas: mejor para todos café que ni para ti ni para mí. ¿Hay alguna obligación de entregar tantas medallas como grupos municipales copan los escaños del salón de plenos? ¿Es preciso contentar tantos tipos de sensibilidades como ideologías haya en los asientos que ocupan los concejales? Es más: ¿Hay que entregar medallas por obligación todos los años? ¿Se podrían entregar menos?

Lo más razonable sería limitar el número de distinciones, someterlas a debate plenario y decidir sólo aquéllas que cuenten con el apoyo de una amplia mayoría. Incluso se podría designar a un jurado de notables, heterogéneo e independiente, que elevara cada año la propuesta al Ayuntamiento.

Con la fórmula que se utiliza en la actualidad -cada grupo propone al candidato de su gusto, y aquí paz y después gloria- se corre el riesgo de devaluar un reconocimiento social que no debería otorgarse a la buena de Dios. Piensen, sin ánimo desde estas líneas de cuestionar los méritos de los candidatos de este año ni de los precedentes, si ese mal camino no se está andando ya.

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