La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

¿Y qué hay de nuestra sensibilidad democrática?

Un colectivo de viudas se queja de que han herido su sensibilidad religiosa porque a alguien se le ha ocurrido hacer una caricatura del Papa que seguramente haría reír al propio Bergoglio. La sensibilidad de muchos católicos de nuestro país parece estar a flor de piel cuando no sólo se molestan, sino que incluso presentan una demanda ante la justicia por algo tan nimio y absurdo.

A uno, por ejemplo, le molestan también los privilegios de que continúa gozando la Iglesia católica en un Estado aconfesional. Declaraciones como las de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica contra el aborto, la homosexualidad y otros males que atribuyen a la sociedad contemporánea pueden chocarnos o repugnarnos, pero reconozcámosles su derecho a hablar así siempre que ellos reconozcan a cambio el nuestro a criticarlos. ¿Es que alguien se preocupa de esos disparatados veredictos que hieren diariamente nuestra sensibilidad democrática, nuestro sentido de la justicia?

Escribí el otro día sobre la estudiante murciana condenada a un año de cárcel por reproducir en una red social algunos de los chistes que circulan sobre el atentado que costó la vida al hombre destinado a suceder a Franco. "Le han fastidiado a esa chica la vida; que se olvide de presentarse a oposiciones o de ser contratada por cualquier empresa porque piden el certificado de penales para cualquier cosa", me comenta una amiga profesora, indignada. Está también el caso de un rapero, quien tras varias comparecencias ante la Audiencia Nacional por apología del terrorismo se expone ahora a una severa condena por referirse en términos despectivos al anterior monarca.

Uno no tiene por qué estar de acuerdo con muchos de los chistes que circulan en internet o con las canciones de este o aquel otro rapero. Uno está incluso en su derecho a indignarse por su contenido, tantas veces provocador o estúpido, pero ¿hay que mandar por ello a la cárcel en una democracia a los autores? Habría que recordar al respecto unas palabras atribuidas muchas veces falsamente a Voltaire: "Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo". Y otras que sí dejó escritas el autor de "Cándido": "Respetamos más a los muertos que a los vivos. Haría falta respetar tanto a los unos como a los otros". O también: "La tolerancia jamás ha provocado una guerra civil; la intolerancia ha sembrado la tierra de carnicerías".

La democracia no consiste sólo en depositar una papeleta en la urna cada cuatro años. Es preciso luchar por ella diariamente.

Compartir el artículo

stats