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Palabra de Pablo

Un sabio que ejercía desde su rincón, el que él había elegido o el que le había elegido a él

Pablo Ardisana era un sabio que ejercía desde su rincón, el que él había elegido o el que le había elegido a él, no importa demasiado. Un sabio socrático, que, más que impartir doctrina, enseñaba preguntando. Y un sabio sensible, sobre todo, a la belleza, porque si su cabeza era la de un filósofo, su corazón era el de un poeta, como su pluma, que dejó versos memorables.

Si hubiera que resumir en un concepto todas estas cualidades, más la del geógrafo que era por formación académica, se podría decir que fue, sobre todo, un esteta. Como tal, hizo de la belleza de Llanes una referencia, en lo físico y en lo moral. Un memorable artículo suyo, titulado "Un concejo en almoneda", podría resumir su posición, combativamente crítica, sobre la evolución de Llanes en las últimas décadas.

Pero su trato daba para mucho más. No se le conocía en vano ni se hablaba con él sin aprender y disfrutar. Por eso nunca me reprocharé bastante no haberle frecuentado más en estos últimos años.

Con la muerte de Pablo Ardisana todos perdemos mucho, incluso quienes no llegaron a conocerle, porque la sabiduría es un fermento cuyos efectos se extienden hasta muy lejos de donde se emiten. Por eso hoy Hontoria está en el centro del mundo desde el que irradió y seguirá haciéndolo la palabra de Pablo.

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