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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Puñalada trapera

A los semanasanteros más sentidos de Gijón les ha seccionado el alma como un tajo astifino el robo del puñal de plata del siglo XIX que desgarra el corazón de la Virgen Dolorosa, imagen a la que se profesa veneración en la parroquial de San Pedro. Hay mucho miserable suelto, pues si bien el valor económico de la pieza puede ser incluso insignificante, sí resulta el estilete enormemente valioso a título sentimental. Para muchas personas ha sido una puñalada trapera.

Lo siento por el bueno de Javier Gómez Cuesta, el párroco de San Pedro, animador desde el púlpito y a pie de calle de la Semana Santa gijonesa, que la celebración de la muerte y resurrección de Cristo en esta ciudad se vive en esa iglesia tanto en la espesura de sus muros como en la geografía recoleta de algunas de sus calles próximas.

No se imagina uno a la Dolorosa de Gijón sin esa daga que reúne todo el daño del universo en una sola punzada -y que en otras Vírgenes enlutadas en otras ciudades piadosas son siete puñales como siete ayes clavados, que escribía Lorca-. Uno, que mamó desde niño la Pasión al modo castellano -que es en la calle Evangelio en talla, a modo de catequesis urbana-, ve en ese puñal robado un carnívoro cuchillo de ala dulce y homicida, en versos de Miguel Hernández, al que en estos días hemos conmemorado.

En la Semana Santa de Hellín, una persona piadosa arranca el puñal cada año del corazón de la Dolorosa; en Gijón, un desalmado le ha clavado a su Virgen, hurtándoselo, un agudo puñal de acerados filos.

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