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Sol y sombra

Condenas y reservas

Rusia ha impedido que la ONU condene la horrorosa matanza con armas químicas en Siria por parte de Bachar el Asad. A su vez, Podemos y ERC se han unido para evitar una declaración del Congreso en contra de la represión en Venezuela y a favor de la liberación de los opositores políticos. Los dictadores tienen sus aliados de conveniencia, aunque ello no quiere decir que las democracias no se beneficien asimismo del doble lenguaje de la política. Pero, al menos, lo hacen en condiciones legítimas, no para perpetuarse en el poder en nombre de la barbarie.

Podemos no se atreve a salir de esa especie de inacción que le paraliza respecto a Maduro y al totalitarismo bolivariano. Puede que el partido de Iglesias no dependa ya de la financiación chavista, lo desconozco, pero en todo caso sigue siendo rehén de su pasado: teme las consecuencias de denunciar el liberticidio venezolano y que en Caracas, como represalia, desvelen en qué consistían aquellas relaciones.

Quizás algún día Pablo Iglesias y los suyos lleguen a sentirse liberados para condenar lo que está ocurriendo y resulta, desde cualquier punto de vista de la decencia y de los derechos humanos, condenable. Igual que le sucedió a Nikita Kruschov cuando era presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. Se trata de una anécdota que explica el porqué de algunas reservas.

Kruschov se hallaba pronunciado un discurso en el que denunciaba los crímenes de su antecesor, Stalin, cuando uno de los asistentes, escondido entre la multitud, le preguntó levantando la voz. "Si Stalin era un criminal, ¿por qué se callaban?" Kruschov quiso saber quién había sido, pero nadie dio la cara. Entonces fue él quien gritó: "¿Prefiere usted callarse? Pues por esa razón nos callábamos todos". Y prosiguió hablando.

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