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José María de Loma

Columna con gafas

Cada vez que veo mis gafas me entran ganas de dedicarles una columna. Pero como no lo veo claro, me las pongo. Al ponérmelas ya no las veo, así que la idea de dedicarles una columna se me va de la cabeza. Mejor dicho, se me va de los ojos.

Son los mismo ojos que llevan puestas las gafas. Con ellas lo veo todo mejor. Es entonces cuando estoy en disposición de escribir una columna. Lo que ocurre es que tengo gafas pero no tema. Un tema importante es no usar la palabra tema, que es un comodín, un término impreciso, vago, rechazable. Habría que decir mejor "asunto". Pero una columna no es un asunto. Una columna es una tarea o un trabajo, un placer, una esclavitud, un toque de humor o de filosofía, un pequeño ensayo tal vez. Un latazo o un divertimento, un acompañamiento del café, un texto con rebrillo que quiebre frases hechas, aborde un asunto de interés general o dé pistas de la vida privada del autor. Yo escribí una vez sobre mi peinado y me leyó mucha gente. Supongo que sería el morbo de ver cómo me quedaba el cardado. Pero no me leyó tanta como cuando publiqué una sobre la crisis de Occidente, que a mi juicio conviene observarla con gafas. Tener gafas no significa estar gafado. No falta quien usa las gafas para leer columnas. Los oftalmólogos a veces te dicen que te pongas las gafas para conducir o para hacer calceta, pero se olvidan de decir que te las pongas para leer columnas.

Hay gafas para leer mejor a columnistas de derechas y gafas para leer mejor a columnistas de izquierdas. A los de centro se les puede leer con un ojo tapado. A los costumbristas hay que leerlos con un té, que es algo muy acostumbrado. Sobre todo en Inglaterra a las cinco de la tarde. En Madrid la costumbre es que a las ocho o das una conferencia o te la dan, ya lo decía Eugenio D'ors, que por cierto una vez dio una charla sobre cómo se hacen columnas y acudieron muchos arquitectos que al parecer salieron con un cabreo como corintio. Tal vez es que se pusieron muy atrás y no oían bien. Entonces se pusieron las gafas, que todo el mundo sabe que palían el no ver tres en un burro no el no oír. Las gafas para los oídos se llaman sonotones o audífonos, que también te los puedes colocar para leer una columna si es que el columnista es de los de chillar. No tanto si es gafapasta.

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