Con una perseverancia extraordinaria los Pujol han seguido blanqueando dinero hasta la actualidad, según el Juez. No les arredró la investigación iniciada en 2012 sobre su fortuna supuestamente ilícita, y todas las medidas cautelares practicadas hasta ahora -retirada del pasaporte y prohibición para salir de España- han resultado insuficientes para frenar a Jordi Pujol hijo. La iniciativa no se domeña fácilmente: había que poner a salvo "la herencia" amasada por el clan. Por ese motivo han tenido que enjaular al canario. A su vez, la Policía registraba ayer el domicilio del expresident, en concreto su despacho profesional de Barcelona, después de que el magistrado apreciase indicios de organización criminal en la familia. Se busca en Andorra y hasta es posible debajo de los colchones.
La Cataluña que ahora reparte los estacazos del cantautor Lluis Llach contra los disidentes se forjó en las manos de unos depredadores del erario. Los negocios y las comisiones destapadas e investigadas han señalado el camino de la secesión. Alguien se preguntará qué tienen que ver la codicia con la ilusión independentista: la respuesta es impunidad. El modelo que exhiben algunos de los dirigentes nacionalistas que han emprendido la huida hacia adelante y de la secesión es una cortina de humo de sus delitos. Una querella identitaria supuestamente histórica para tapar las vergüenzas de un régimen y de quienes lo lideraron durante décadas engordando sus patrimonios personales.
El nada honorable Jordi Pujol y su familia mantuvieron tenso el hilo castellano de la concordia hasta que se descubrió el pastel. Desde entonces la banda sonora de esta película es otra totalmente diferente. Como decía Ortega, la reclamación catalana es algo con lo que tendrá que convivir el resto de España pero hay momentos, como es el caso, en que el ruido resulta insufrible.
