En época de recortes económicos y sociales que incrementan el listado de parados y de pobres, el Padre Ángel le mete tijera al cuero cabelludo de los desheredados, que no son aquéllos que no pueden pagar el impuesto de sucesiones sino los miles y miles de ciudadanos a los que la crisis y los bancos han puesto de patitas en la calle y duermen bajo un puente al raso o al abrigo de la opulencia en un cajero automático.
Bonita manera de acicalar la penuria, la de mandar a un peluquero pueblo por pueblo en un autobús de Emtusa tuneado para cortar el pelo gratis a los que no pueden pagarse ni la barbería. Yo creo que el Padre Ángel no vota al PP, aunque desde que gobierna Rajoy no deja de crecer su clientela: los tijeretazos del Gobierno han acabado con la clase media y han puesto el listón de la pobreza en una media más baja, de manera que el peluquero de Dios no va a dar abasto. Va a tener más trabajo que el contable de la familia Pujol.
El "pelobús" de Mensajeros de La Paz lleva una ducha incorporada, que los de Podemos, a los que puede que vote el Padre Ángel, o puede que tampoco, consideran una ducha de clases. El cura de Mieres saca agua de una alcuza y afeita un huevo en el aire: es el Robin Hood del siglo XXI sin necesidad de disparar una sola flecha: afloja la cartera a los votantes del PP para dar de comer y adecentar la cabellera a los parias de la tierra chica, a los que los podemistas consideran su ejército en la tierra para tomar por asalto el cielo, Pablo Iglesias dixit.
Bendito sea el Padre Ángel, ese santo cotidiano de cana cabellera y corbata roja de cura pogre y benditos sus sorprendentes tratamientos de belleza espiritual.
