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La realeza se lo curra

La jubilación de Felipe, el príncipe consorte de Isabel II

Felipe, el de Inglaterra, acaba de jubilarse a los 96 años: y aquí aún protestamos porque nos aplacen el cobro de la pensión hasta los 67. El príncipe consorte de Isabel II, que sigue trabajando de reina a sus 91, es un ejemplo de lo mucho que se curra su sueldo la realeza, mal que nos pese a los republicanos. Bien es verdad que el trabajo de los royals no suele producir hernias a causa del esfuerzo; pero dar la mano a medio millar de súbditos en una recepción, pongamos por caso, expone a los monarcas a serios problemas de irritación de la piel; por no hablar ya de los riesgos de contagio.

Se trata de un trabajo particularmente duro en Inglaterra, donde la tradición obliga a la reina a disfrazarse de sota de oros en la inauguración del Parlamento y a participar en todo tipo de ceremonias extravagantes como el Trooping The Colour.

No falta quien se malicie, sin embargo, que al príncipe Felipe han decidido jubilarlo anticipadamente -a los 96- para que deje de meter la pata. El real consorte, que se definió a sí mismo como "una ameba" por lo poco que pinta en su propia casa, sembraba a menudo el pánico entre los gobiernos de Su Graciosa Majestad debido a su absoluta carencia de diplomacia. El gracioso de la pareja era, en realidad, él.

Cuando Isabel II iba a ceñirse la corona, Felipe no pudo resistirse a comentarle en voz baja pero audible: "¿De dónde has sacado ese sombrero?". No consta que la reina le riese la broma, aunque tampoco fue motivo suficiente de divorcio.

Menos gracia debió hacerle todavía a su hija Ana el retrato que el temible metepatas hizo de ella. "Si algo no se tira pedos ni come heno, no le interesa", dijo de la princesa, aludiendo a la conocida afición de esta a los caballos.

Peor lo pasaban aún los diplomáticos de Gran Bretaña cuando Felipe salía de gira oficial. Podía ocurrir que reputase de barrigones a los húngaros o que se sorprendiera de que los escoceses dejasen de beber durante las dos horas necesarias para pasar el examen de conducción. O que en una visita a Hong Kong comentase que los chinos tienen "ranuras" en los ojos.

No menos famosa fue su respuesta a un periodista lo bastante imprudente como para preguntarle cuál es el principal problema de Brasil. "Los brasileños", contestó el propietario de la lengua más rápida a este lado del océano.

Un trabajador con tantísimos trienios como él no podía resistirse tampoco a criticar a los parados. "Antes se quejaban de no tener tiempo libre y ahora de no tener empleo", dijo en cierta ocasión.

Todo se lo han perdonado sus súbditos. Ahora que el americano Trump le ha tomado el relevo en el arte de montar líos, la Casa Real inglesa considera que llegó el momento de jubilar al Duque del Peligro, como le han bautizado sus biógrafos, y de la chirigota. Con 70 años de trabajo, nadie podrá decir que no se ha currado la paga. Para que luego hablen de la vagancia de los royals.

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