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Expresidente del Principado

A propósito de la bondad o maldad de la emigración

Aclaraciones a un debate sin sentido en la Junta General del Principado instigado por Podemos

El pasado lunes se produjo la Junta General de Principado un burdo y hasta bufo intento de encerrona-debate a cargo del diputado de Podemos Sr. Ripa a propósito de la supuesta maldad de la emigración de la juventud asturiana, de la cual, en su opinión, seríamos responsables los expresidentes asturianos presentes y ausentes de la Sala.

Para enmarcar adecuadamente mi opinión sobre lo sucedido ese día en la Junta conviene tener en cuenta mis singulares circunstancias personales: Desde que dejé la Presidencia del Principado no he tenido ni querido tener privilegio o trato especial alguno. De hecho no lo tengo. Consecuentemente, tampoco tengo obligación política alguna con nadie, sea quien sea, y menos si no es amigo personal, de forma que las únicas obligaciones de esa naturaleza que me afectan son las que asumo a mi exclusivo y libre albedrío. Por otro lado, es cierto que pertenezco a un órgano colegiado de asesoramiento jurídico del Principado, el Consejo Consultivo, que como es público y notorio únicamente puede expresar su criterio por escrito, a través de sus dictámenes, los cuales son producto de una decisión colegiada, por lo que legalmente no cabe que ningún miembro de este Consejo pueda, en ningún ámbito o sede, hablar personal e individualmente de nada que sea, haya sido o vaya ser objeto de dictamen. Estas son reglas básicas que toda persona que está en las instituciones debería conocer, aunque lleve poco tiempo en ellas.

Viene todo lo anterior a cuento porque hace un mes, y a instancia del grupo parlamentario de Podemos recibí una convocatoria para asistir a una Comisión parlamentaria que supuestamente iba tratar del Proyecto de Ley de Asturianía, que se tramita en la Junta General del Principado. Pese a no tener ninguna obligación de asistir, aunque sí trabajo que desatender, decidí acudir a tal Comisión por elementales razones de cortesía, buena educación y consideración hacia los señores diputados y a la Junta General del Principado, cuyos trabajos y función respeto profundamente, pese a ser consciente de que poco podía aporta a dicha Ley por no estar la Asturianía dentro de mis actuales preocupaciones. De hecho, en mi comparecencia mi única manifestación fue advertir que si bien la Ley me parecía buena y oportuna, poco o nada tenía que decir o aportar sobre ella, salvo desear acierto a los diputados que la estudiaban.

Así las cosas y para mi sorpresa, quien había convocado tal Comisión, en lugar de hacer alguna pregunta o consideración sobre la ley del caso, exigió de manera imperativa y la verdad, en mi criterio, harto burda, que cada uno de los expresidentes allí presentes hiciéramos manifestación de la responsabilidad que por acción u omisión teníamos en la emigración a que, según él, estaban "condenados" los jóvenes asturianos.

Conteste al Sr. Ripa, lo que por cierto no sale en el vídeo que al parecer hizo alguien vinculado con él, que el tema de la emigración en Asturias es, cuanto menos, más complicado de lo que él decía, pues no había empezado ayer, ni antes de ayer , ni antes de antes de ayer, y que, por lo demás, sus causas eran muchas, muy complejas y muy distintas, y en la mayor parte de ellas nada tenía que ver la política, ni los políticos, de derechas, de izquierdas, del populismo o de lo que sea. Habría que hablar y analizar desde el minifundio agrario y el régimen de mayorazgo que llevaba en otro tiempo a los hijos menores a buscarse la vida lejos de casa, al escape de la conscripción por causa de la guerra de África, y de ahí hasta las sucesivas y recurrentes crisis del carbón y de las demás industrias, pasando por el fenómeno de la urbanización de los sesenta y la consiguiente despoblación rural, a la actual atracción de las grandes ciudades, más la desaparición de las fronteras en el marco de la Unión Europea, etc., temas todos ellos que requieren estudio serio, análisis detenido y reflexión profunda, imposible de realizar allí, en aquel preciso momento, y menos en un marco simple de discusión como era esa Comisión de supuesto estudio de la Ley de Asturianía.

En fin, que si le gusta lo simple, o más bien lo simplón, es su problema, pero si es su método de análisis, la verdad es que aviados íbamos a estar si algún día alguien que piensa así tuviera que tomar decisiones de mínima importancia.

En todo caso, le dije al Sr. Ripa que la emigración no es, en sí misma, ningún mal y, además, que nunca lo había sido. Y me ratifico. Resulta buena cosa que la gente pueda ir donde quiera y crea que puede tener mejor situación o mayores expectativas. Y si, por la razón que sea, no está a gusto en un sitio, pues poder ir a otro y así sucesivamente. A fin de cuentas, aunque a muchos nos encante Asturias, hay muchos lugares tan buenos o mejores en España y, por supuesto, en el mundo, y naturalmente en Europa.

Lo peor es no poder emigrar, y si no que se lo pregunten a los cubanos, que si pudieran se marcharían casi todos en estampida, o a los venezolanos, que tampoco puede marchar de allí, o, por tenerlos más cerca, a todos los subsaharianos que luchan, a veces hasta la muerte, para poder emigrar.

Ir a donde le da la gana a uno, buscar nuevos caminos, nuevas ciudades donde vivir y donde conocer nuevas cosas es un derecho que pocos pueblos del mundo tienen. Los europeos en general y los españoles en particular, y dentro de ellos los asturianos, disfrutamos de ese derecho, cuyo valor se demuestra al ponerlo en el primer lugar de las discusiones entre la UE y el UK a la hora de materializar el "Brexit".

La emigración solo es mala cuando es forzada, cuando es consecuencia de guerras, como la española de 1939 o la de Siria de ahora, o de actos despóticos, como cuando llevaban a la fuerza a la gente a Siberia y cosas similares.

Por otro lado, poco tiene que ver la emigración de los jóvenes asturianos de ahora, en general con estudios, muchas veces con idiomas y carreras superiores literarias o técnicas, con la de quienes, en otro tiempo, emigraban siendo analfabetos, aunque aun así normalmente estaban contentos de poder emigrar y de tener acceso al "por más valer".

Subjetivamente habrá quienes, como la señora o señorita Valle, consideren que se está muy mal en la emigración, pero al lado de ella hay otros muchos miles que también subjetivamente consideran que están mejor allí que aquí, y que, en todo caso, si vuelven a esta tierra o a otra de España pueden hacerlo en mejores condiciones, habiendo adquirido una mayor formación y siempre una experiencia útil.

Ya se sabe que hay mucha gente que cree que salir de Asturias es una maldición, pero la mayor parte de los que salen no lo creen así. Muchos de los asturianos que están en Madrid, Barcelona, Canarias, Málaga, París, Bruselas, Londres, Berlín, etc. están contentos, y son conscientes de que sus expectativas vitales se han ampliado, y de que esa ampliación de horizontes les puede venir bien para cualquier hipótesis de futuro.

Como no leo, ni me interesa el mundo de los "trolls" y demás raleas del mundo digital amparados por el anónimo que tanto gustan al populismo andante, que según me dicen están muy activos en torno a este tema, tengo que anticiparles que en todo caso, sus criterios y opinión me importan un pimiento. Vale.

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