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China, en ruta

La monumental inversión anunciada en Oriente para impulsar una nueva Ruta de la Seda

Si Occidente se debate entre poner coto a los mercados abiertos y preservar (con más voluntad que recursos) un Estado del Bienestar ya menos generoso que antes de la Gran Recesión, las autoridades chinas prosiguen con el proyecto para consolidar su hegemonía, durante este siglo: la nueva Ruta de la Seda.

Lanzada en septiembre de 2013 por el presidente chino, Xi Jinping, la intención es implementar una inversión monumental en infraestructuras, a lo largo de 60 países, de modo que siga expandiéndose su economía (ya algo saturada, a nivel interno) y puedan penetrar los productos chinos a lo largo de vías de transporte estratégicas.

Especialmente, dos: la euroasiática, por tierra, que busca conectarse con Europa a través de Moscú, por el norte y de Turquía y Grecia, por el Sur (el puerto ateniense del Pireo ya es de capital chino) y, por mar, atravesando todo el sudeste asiático, con rutas de transporte a África y Europa, vía el mar Mediterráneo. Algunos de estos proyectos ya están en marcha, como: un corredor China-Pakistán; un puerto en Colombo, la capital de Sri Lanka; trenes panasiáticos, que conectarán China con Laos y Vietnam? o la construcción, en Yibuti, de la primera base militar en el exterior (con capacidad para 10.000 soldados), con el objetivo de controlar las acciones de los piratas en el cuerno de África.

De momento, Occidente se limita a sacar tajada de estos proyectos (distintos países de la UE buscan obtener contratos para sus empresas) o a implorar inversiones del gigante asiático (como en las naciones del Este), ante la incapacidad de liderar nada semejante. Mientras, unos EE UU replegados y crecientemente endeudados (más que antes de la crisis) solo pueden responder con desconfianza al formidable despliegue anunciado desde Oriente.

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