La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Los militantes se expresan

Pedro Sánchez llega al poder apoyado por las vísceras y nos ofrece un periodo de inestabilidad

Por fin el pueblo ha hablado, como pedía aquella canción de "Vino Tinto" que "Jarcha" popularizó en los primeros años tras la Dictadura. Y como había predicho aquí, en LA NUEVA ESPAÑA del día 16 de este mes, ha ganado Pedro Sánchez.

Estos eran mis argumentos: "Mi impresión particular es que don Pedro ganará las primarias, pues sus vacuidades y tautologías se refieren al pasado inmediato (palpables, pues, aunque nada digan sobre los efectos de sus implicaciones sobre la realidad), apelan al agravio y ponen el foco en la nefanda coyunda del PSOE con Satán: ¡pura emoción! Las de doña Susana, sobre el futuro, son más intangibles y excitan menos las vísceras. López, al que tantas veces le ha echado el picado Pedro, parece fuera de concurso".

De modo que el pueblo ha hablado en la manera en que era previsible que lo hiciese, pues la política son más las vísceras que la cabeza y en ella importan más los tópicos que los programas (¿quién vota realmente por un programa en este país?). Y, sobre todo, el enemigo: Rajoy y el PP han sido el único discurso de la campaña, en Susana para echar en cara a Pedro que siempre había sido derrotado por él; en Pedro, para abofetear a Susana con la abstención. De modo que el pueblo, los militantes, se han expresado, lo que quiere decir no sólo que han dicho lo que han dicho, sino que se han manifestado como lo que son.

La principal proclama del día de ayer ha sido, tanto por parte de los candidatos como de los notables del partido, la llamada a la unidad a partir de hoy. Es un deseo que no se cumplirá: las heridas de la lucha que se ha desatado durante estos meses entre Abencerrajes y Zegríes no tienen cauterio. Es más, muchos, especialmente los votantes de Sánchez, tienen a los rivales no ya como "no socialistas" y "no de izquierdas", sino como traidores. La apertura de los próximos procesos internos, el del congreso y el de la elección de candidato a la presidencia del Gobierno exacerbará más esa hostilidad.

Por otro lado, es evidente que los pedristas intentarán convertir la legislatura de Rajoy en un periodo de máxima inestabilidad, explotando, además, de forma inmisericorde los escándalos reales o presuntos, intentando, al mismo tiempo, reforzar, con ello su imagen de "izquierda" para, así, competir con Podemos y recuperar parte de los votantes que se han ido a la abstención o a otras fuerzas. ¿Llegará a presentarse una moción de censura, como ha venido a sugerir Pedro Sánchez, bajo la fórmula ambigua de "pediré la dimisión de Rajoy"? Pues ello dependerá de que encuentre más ganancia en el desgaste del Gobierno durante mucho tiempo que en su sustitución mediante un pacto con Podemos y otros. Irán tanteando.

En todo caso, la inestabilidad la pagará la economía y la pagaremos todos, los desempleados los primeros. Más, como concluye Espronceda el canto a Teresa, "Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?", así pensará el nuevo equipo socialista. Por cierto, algo exactamente igual a lo que decían aquí el PSOE y don Vicente Alberto durante la crisis entre el PP y el Gobierno Marqués: "Que se cuezan en su propia salsa", es decir, que cuanto peor vayan las cosas, mejor para nosotros.

Nihil novum sub sole.

Compartir el artículo

stats