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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El género de la violencia

Hay indeseables que consideran a la mujer de su propiedad y llegan a acabar con su vida

Fin de semana negro, con otras tres mujeres muertas a manos de sus parejas. Ya son 28 las fallecidas por violencia de género en lo que de año, víctimas anónimas de una lacra que no cesa. Dicen que sólo el amor convierte en milagro el barro. En ocasiones, el desamor reduce el barro a un amasijo de despojos y convierte los sentimientos en materia de juzgado de guardia.

La de género es violencia ancestral que hunde su ira en un caduco sentido de pertenencia, en un inexplicable derecho de propiedad que parte de no tener fecha de caducidad. La mató porque era suya, como en el tango de Gardel. O intentó matarla, que puede ser una atenuante legal, pero no rebaja un ápice la repulsa social que merece cada agresor, energúmeno en el que pervive el reptil que aún llevamos dentro, en algún recoveco oscuro del cerebro.

Como la copla, ese cantar patrio que con frecuencia rima sus versos romances con el licor de los celos o el sabor amargo de la sangre a borbotones, la violencia machista sigue enquistada en el retrato psicológico de este país, donde aún muchos hombres se defienden ante el juez una y otra vez con letra de tango perverso: "La maté porque era mía". Hay indeseables que consideran a una mujer objeto de su propiedad, la humillan, la insultan, la maltratan y en ocasiones acaban con su vida de un certero tajo.

Eso no es amor, por mucho que lo dicte un tango o lo perpetúe la copla. Habría que estudiar a fondo dónde está el origen, cuál es el género de esa violencia. Y no olvidar que el derecho a una vida sin violencia es un derecho humano.

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