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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

No hay villa sin postigo

Una relación tóxica que tiene correspondencia hasta en la etimología de los apellidos

Todo Villa tiene un Postigo, un colaborador necesario. Incluso etimológicamente, hay siempre un postigo (del latín "posticum") en cada villa. Basta con acudir al diccionario de la Real Academia para hacer una comprobación por vía etimológica.

Primera acepción de postigo: "Puerta falsa que ordinariamente está colocada en sitio excusado de la casa". Efectivamente, hace falta un Postigo en cada retrete, una portilla con ánimo de tapadera para evitar que se extienda el olor nauseabundo, pues no se olvide que el dinero, como el estiércol, huele cuando se amontona.

Segunda acepción: "Puerta que está fabricada en una pieza sin tener división ni más de una hoja, la cual se asegura con llave, cerrojo, picaporte...". También cuadra: este Postigo es pieza única, sin doblez, que aseguraba bajo siete llaves los secretos inconfesables del Jefe. Era el cerrojazo, el blindaje de los tejemanejes del hombre que en Asturias ponía a los presidentes.

Tercera acepción: "Tablero sujeto con bisagras o goznes en el marco de una puerta o ventana para cubrir cuando conviene la parte encristalada". O sea, que si el cristal garantiza la transparencia, el postigo juega a favor de la opacidad.

No olviden que toda esta operación policial que está haciendo temblar los cimientos del SOMA, asentados sobre fondos movedizos mineros, surge por el deseo de blanquear en la lavadora de Hacienda dinero negro. Quién le iba a decir al sempiterno líder del sindicato de la minería que podría acabar en la cárcel a causa de una amnistía, si en sus buenos tiempos eran los amnistiados los que sorteaban el presidio.

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