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Lo que May no sabía

La líder conservadora ha dilapidado en dos meses una renta de veinte puntos en las encuestas

Uno de los patinazos a los que quedará asociado el nombre del presidente francés Chirac será el adelanto en un año de las legislativas de 1998. Chirac, ganador de las presidenciales de 1995, contaba con una Asamblea adicta pero tenía en perspectiva meses de fuego por las reformas exigidas para cumplir los criterios de convergencia de Maastricht, requisito previo a la puesta en marcha del euro. De modo que, con los sondeos a favor, disolvió la Asamblea, perdió los comicios y se vio obligado a cohabitar cinco años con un gobierno de izquierdas que, entre otras cosas, le colocó la semana de 35 horas.

La conservadora británica Theresa May es hoy candidata a ocupar un puesto junto a Chirac en el panteón de gobernantes que no sabían cuánto erraban. En abril, con unas encuestas que le daban 20 puntos de ventaja sobre los laboristas, May decidió que su posición en los Comunes, cuatro escaños por encima de la mayoría absoluta, no era lo bastante fuerte para aguantar el seguro desgaste que le causaría la dura negociación del "Brexit". De modo que, confiada en el escaso crédito electoral del izquierdista Jeremy Corbyn, disolvió y se lanzó a la campaña con un programa muy derechista. Tanto que del "Brexit" apenas se ha hablado.

El clamoroso rechazo a su proyecto de laminar las ayudas sociales a enfermos crónicos levantó clamores y la obligó a una precipitada marcha atrás. Había forjado el molde en el que se cuajaría su perfil de campaña, el de una gobernante incoherente, sobrepasada por las circunstancias, que para rematar yerros se ausentó de un debate televisivo al que Corbyn sí acudió. Hace un mes su ventaja era sólo de nueve puntos y aún había de bajar a tres por el mal uso que haría Trump de datos que May le comunicó sobre el atentado de Manchester. Tampoco la habrá hecho remontar el vuelo su anuncio del martes de que si es preciso cambiará las leyes sobre Derechos Humanos en la lucha antiterrorista. Sólo queda recordar que May ha pasado en un año de ser la muda de un Gobierno que se oponía al "Brexit" a defender la negociación más dura y se entenderá que las encuestas la situaran ayer en empate técnico con Corbyn. Un Corbyn que, hundido en las encuestas, decidió apretar a fondo la tecla de borrado de la revolución neoliberal con un amplio programa de renacionalizaciones y ayudas sociales. Claro que a May le queda todavía el consuelo de pensar lo mucho que se han equivocado últimamente los prospectores británicos. Que no es poco.

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