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Pablo Álvarez

La falta de médicos no se resuelve aquí

La búsqueda de soluciones a la escasez de facultativos en el Principado

Tocan tiempos de revisión. Primero fue dejar sin efecto la jornada de tarde, implantada por el Consejero Faustino Blanco en 2012. Y ahora llega el turno de modificar la normativa de jubilación de los médicos, que en 2009 había sido rebajada de 70 a 65 años por el Consejero Ramón Quirós, con gran enojo de los afectados. Faltan médicos: mala noticia. Pero hay otra peor: si se pregunta a quienes deben dar solución al problema, resulta que no saben muy bien por culpa de quién faltan médicos. Y, si lo saben, reconocen que no está en su mano resolver una cuestión tan crucial. En todo caso, faltan médicos y la Consejería de Sanidad debe buscar soluciones. Quizá convenga partir de una premisa básica: a día de hoy no consta que haya panaceas, balas de plata que resuelvan el problema como por ensalmo.

Un problema nacional. Faltan médicos en Asturias, faltan médicos en España. En el Principado escasean desde hace tiempo especialistas de familia, pediatras, anestesistas y radiólogos. En otras disciplinas, el déficit no es tan acusado pero, por ejemplo, resulta muy difícil cubrir determinadas plazas en los hospitales comarcales de la región. Hay escasez de médicos, y gracias a eso los profesionales pueden elegir. Esta situación pone en tela de juicio aquella decisión del Gobierno regional de adelantar la edad de jubilación obligatoria de los médicos.

Médicos que aportan, médicos que lastran. Aquella medida fue muy mal recibida entre los facultativos, que hasta entonces solían prolongar su actividad hasta los 70 años. Sólo en concepto de carrera profesional -antigüedad, vamos- ya se llevaban a casa 12.000 euros anuales brutos. Se acusaba a las autoridades sanitarias de despilfarrar experiencia y talento, crítica que merece algunos matices. Como en todos los colectivos, es cierto que hay médicos de 65 años que aún aportan mucho; tan cierto como que otros aportan poco. Y lo que no admite excepciones es que a esa edad un facultativo gana mucho más dinero por estar en activo que por ser pensionista, y que eso animaba a posponer el retiro.

Y Tini Areces sigue... Sanidad quería mover el banquillo, dar trabajo a jóvenes con ganas y ahorrarse salarios cuantiosos de mayores más bien fatigados. Decían algunos médicos del sector cáustico, y no sin parte de razón, que a ver por qué ellos tenían que jubilarse con 65 años mientras el principal impulsor de la norma, el por entonces Presidente del Principado Vicente Álvarez Areces, se negaba a jubilarse (hoy sigue en activo con casi 74 años).

Unos datos preocupantes. La Consejería de Sanidad del Principado acaba de elaborar un estudio que arroja unas conclusiones inquietantes. En resumen: en Asturias, la escasez de facultativos en la sanidad pública adquirirá en los próximos años unos niveles "críticos" debido a "las jubilaciones de los primeros médicos formados en la Universidad de Oviedo". Hasta 2025 está prevista la marcha por edad de unos 1.300 médicos, un tercio de la plantilla total de facultativos del Sespa.

Se toman medidas. El consejero de Sanidad ya ha anunciado que su Departamento va a adoptar medidas. Una de ellas, intentar que la Facultad de Medicina permita el acceso a más alumnos, asunto que debe ser negociado a varias bandas. Otra, que el Ministerio de Sanidad autorice de nuevo que haya docencia MIR en los hospitales de menor tamaño, cuestión que, obviamente, depende en gran medida del Ministerio. Y una tercera, que depende únicamente del Principado, consiste en posponer la edad de jubilación hasta volver al antiguo tope de los 70 años. En realidad, se trataría de aplicar con más flexibilidad la norma de los 65. Regla que, en realidad, ya preveía excepciones por causas de fuerza mayor (un médico al que fuese imposible reemplazar) que fueron aplicadas de forma muy restrictiva y que en adelante seguramente serán invocadas con mayor liberalidad.

Soluciones atomizadas. Pero sucede que lo que atañe a España suele requerir, por definición, un remedio de ámbito nacional. No sirven soluciones atomizadas. Bien está que continúen más allá de los 65 años algunos médicos que están en buena forma. Otros se convertirán en un lastre. Nada de esto va solucionar el problema de fondo, que consiste en una planificación deficiente plagada de intereses poco confesables (incluidos algunos corporativismos a los que favorece mucho la escasez de profesionales, porque así hay más posibilidades de exigir y de elegir).

Afrontar la realidad. Se necesita una solución consensuada, común, en la que un país decida no hacerse trampas al solitario. Sin embargo, en el sector sanitario nadie piensa en clave nacional. Si acaso, para las vacunas y poco más. Todo lo demás son parches autonómicos. Asturias puede formar más médicos, pero dará igual, porque los médicos, como seres libres e inteligentes que son, decidirán después que van a trabajar donde mejores condiciones les ofrezcan, que suele ser en las comunidades autónomas con más recursos. Con lo cual, o se adopta una posición consensuada y de obligado cumplimiento de ámbito estatal o los problemas se enquistarán sin remedio. Y se continuará en una espiral competitiva entre unas regiones y otras que seguramente beneficiará a los profesionales, pero que contribuirá a erosionar aún más a un Sistema Nacional de Salud que necesita urgentemente liderazgo, acuerdos y compromisos de no convertir la salud de los ciudadanos en arma política.

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