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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Chiquilicuatre participativo

El riesgo de convertir en un cachondeo los procesos presupuestarios de la democracia directa

Un ciudadano anónimo ha propuesto en la web municipal de Gijón, donde se votan las iniciativas populares del presupuesto participativo, construir una estatua con la efigie de Donald Trump. Otro, de idéntica guisa, ha pedido dedicar otra escultura a "La Perala", aquella gijonesa mítica que anhelando ser actriz actuaba en los parques de la ciudad.

El presupuesto participativo, tan de moda por estos lares, es una herramienta de democracia deliberativa que permite a la ciudadanía decidir qué obras quiere que se realicen en su ciudad con cargo a las arcas públicas. Está muy bien como proceso de diálogo sobre las prioridades de inversión en el municipio, pero se puede convertir en un zurriburri si el común se lo toma a cachondeo. Nada mejor que una ciudad coñona para poner patas arriba un debate que debería ser serio y constructivo.

El problema de la democratización de la propuesta presupuestaria municipal es que cualquier zascandil con ganas de verbena se saque de la manga una propuesta peregrina, que unos cuantos le bailen el agua y resulte que la barrabasada se convierta en una de las iniciativas más votadas.

Algo parecido a lo que ocurrió con la elección del representante español en el Festival de Eurovisión 2008, que empezó como una broma de mal gusto y acabó como el rosario de la aurora, con Rodolfo Chikilicuatre bailando el "chiki chiki" sobre el escenario, causando vergüenza ajena.

Así que no conviertan, por Dios, la democracia participativa en un chiquilicuatre, en un brikindans, un crusaíto, un maiquelyason o un robocop.

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