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Arrasando, pero un poco menos

Macron ya puede poner en marcha su elitista experimento tecnocrático

Lo consiguió Macron. No pocos lo tacharon de loco cuando el año pasado se lanzó a la arena sin más bagaje que un movimiento recién nacido, apenas algo más que un pequeño club jacobino. Catorce meses después, Macron es presidente de Francia, ha dinamitado el sistema de partidos de la V República, ha llenado la Asamblea de mujeres y caras nuevas, y se ha alzado con una mayoría absoluta que casi nadie le daba ni siquiera cuando conquistó el Elíseo el pasado 7 de mayo. En suma, la elitista operación tecnocrática para hacerse con las riendas de Francia y sacarla del letargo ha sido un éxito rotundo. Macron ya puede poner en marcha sus reformas que, nadie lo dude, serán juzgadas por el impacto que tengan en la obsesiva curva del paro, que en Francia oscila en torno al diez por ciento.

La esplendorosa victoria de ayer queda, sin embargo, algo empañada por dos hechos. Uno, menor y feliz, se deriva del brutal rodillo que las encuestas de los últimos días auguraban a La República en Marcha y que apenas dejaba un centenar de diputados para la oposición. Tendrán 227 para repartirse, lo cual es salutífero. El segundo, probable causa del primero, mueve a reflexión. La abstención se ha disparado hacia el 57%, volatilizando el récord anterior (44,6%, 2012) y dejando chico el 52,29% de hace una semana. Está claro que una amplia franja de franceses se ha instalado, a derecha e izquierda, en una prudente indiferencia: esperar y ver qué rinde el experimento, cuyas primeras probetas serán la reforma laboral y el endurecimiento de la política antiterrorista.

Con los comicios confirmando que el PS no es hoy sino el residuo que ha dejado la mutación en macronismo de la socialdemocracia neoliberalizada, la nueva Asamblea refleja también que, a derecha e izquierda, algo sigue moviéndose en los extremos. Marine Le Pen estará por fin en el Palais Bourbon, aunque sin grupo propio, y el tribuno Mélenchon, quien con sutileza adivina una huelga cívica en la histórica abstención, hará resonar en el hemiciclo las voces indignadas que, sin duda, se le opondrán al macronismo en las calles.

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