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Psicóloga. Profesora de la Universidad de Oviedo

Algunas pautas para acertar

Se considera que el uso de los teléfonos móviles o de internet es normal si al niño o adolescente le sirven para divertirse y/o comunicarse, y no interfiere en su ritmo normal de actividades escolares, familiares o deportivas. En el empleo inadecuado se producen interferencias con el ritmo normal de su vida, y se relegan otras actividades propias de su edad. Su existencia gira tan sólo en torno a su uso de las tecnologías de la comunicación (TIC). Un uso patológico implica una autentica dependencia de la conducta, con cuatro fenómenos que le son propios: 1) Tolerancia y necesidad de destinar cada vez más tiempo y esfuerzos a las TIC. 2) Pérdida de control sobre la conducta, llegando a destinar el tiempo de descanso, e incapacidad para detener la conducta. 3) Síndrome de abstinencia cuando no es posible realizar la conducta problemática, mostrándose irritable, ansioso o depresivo si no se le deja hacerlo. 4) Ocultación de la actividad, llevándola a cabo a escondidas del control familiar o de los profesores, faltando a clase o simulando enfermedades para justificar su actividad.

En un estudio realizado en Asturias sobre 1.026 escolares con una edad media de 14,52 años, se encontró un mayor uso desadaptativo de internet en las mujeres (15,7 por ciento) que en los varones (10,9 por ciento); y un uso patológico en mujeres (5 por ciento) mayor que en varones (3,6 por ciento. Son cifras elevadas que sugieren la necesidad de estar alerta, teniendo en cuenta que se encuentra una asociación significativa del uso patológico con la ideación suicida y el consumo de substancias.

A la vista de la situación, pueden darse algunas recomendaciones para padres y educadores:

A) Psicoeducación a los padres y menores sobre los usos y riesgos posibles para que los padres aprendan a poner límites coherentes y se mantengan firmes en ellos. Formar a las familias en el uso de una comunicación positiva, fomentando la confianza y el respeto y evitando la culpabilización.

B) Evitar malos modelos paternos y estilos educativos que tiendan a ser excesivamente autoritarios o permisivos. Los padres tienen el derecho de imponer límites al uso de las TIC, formas de uso, limitación de juegos o webs a las que no se debe acceder por su elevado riesgo. Debe permitirse el empleo para la comunicación normal con los compañeros, con supervisión paterna de los contenidos realizado de forma periódica.

C) Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia, servir de ejemplo para los hijos o menores no interfiriendo actividades familiares con la utilización de móviles, ordenadores o redes sociales. Estimular el deporte y las actividades en equipo. Fomentar la relación con otras personas. Crear rutinas de actividades de ocio que sean divertidas para ellos y si es posible al aire libre con otros niños.

D) Limitar el uso y pactar las horas en las que se les permite el uso del ordenador, televisión y móvil, así como el acceso a contenidos permitidos y a cuales no debe accederse. Adecuar la edad de posesión de un "smartphone" según la madurez del niño o adolescente.

El objetivo de todas estas medidas es que el niño o adolescente vuelva a adquirir una relación saludable con las nuevas tecnologías, no permitiendo que su uso consista en una forma de escapar o sustituir una vida real de interacción social, seria, responsable y formativa.

Entre otros riesgos, debe tenerse en cuenta que a través de estas tecnologías aparecen conductas que suponen un peligro muy elevado, que han sido incluso tipificadas como delito, entre las que cabe mencionar el ciber-bullying (acoso a un compañero a través de las TIC), el grooming (acoso sexual por parte de pedófilos que suplantan identidades de jóvenes) o el sexting (difundir contenidos sexuales). Igualmente debe limitarse el acceso a plataformas que promueven conductas patológicas como la anorexia nerviosa, el suicidio, las agresiones... así como a juegos con contenidos extremos de violencia, pornografía u otros que puedan interferir con una formación adecuada del niño o adolescente en los valores positivos de una sociedad.

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