La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

María José Iglesias

Más Europa, también desde Asturias

El galardón refrenda el compromiso con un proyecto que ha contribuido enormemente a la modernización de la región

El premio "Princesa de Asturias" de la Concordia llega en un momento crucial para la UE, en plena negociación del "Brexit" -el mayor golpe, hasta la fecha, en la línea de flotación comunitaria-, con la incesante amenaza terrorista islamista presente, el problema de los refugiados, el peligro latente del populismo, la crisis de los partidos tradicionales y lo que es clave para Asturias, la creciente importancia del papel de las regiones, arropadas por el Parlamento Europeo, en la toma de decisiones de la Comisión.

Asturias es Europa desde su origen. El Camino de Santiago ayudó a estrechar lazos con el continente y hoy, con una situación geográfica privilegiada, a menos de dos horas en avión de París, Bruselas y Londres, la región está muy cerca de los núcleos de poder de esta asociación económica y política única en su género, compuesta por 27 países, exceptuando a Reino Unido. La UE observa en los últimos años cómo los centros de poder económico y cultural se desplazaban hacia otras áreas del planeta; aun así, sigue inspirando proyectos como Mercosur.

En los despachos de Bruselas, Asturias suscita simpatías. Los altos funcionarios -los que están al cabo de los detalles- ponen a la región como uno de los mejores ejemplos de evolución a golpe de fondos europeos, problemas de gestión aparte, con proyectos que además de crear riqueza y empleo han ampliado las miras de empresarios de todos los sectores.

La reconversión naval, los duros ajustes en la ganadería y en la minería han sido y son tragos difíciles de digerir para los asturianos, que han vivido el desmantelamiento de industrias ligado a notables pérdidas de empleo. El sufrimiento de miles de familias es imposible de compensar, pero, al menos, se ha visto aliviado por la llegada de miles de millones de euros con los que se han pagado infraestructuras -carreteras, estructuras portuarias, centros de servicios en ciudades y pueblos- y también se ha cambiado la cara al medio rural, a través de reformas de ganaderías y rehabilitaciones de casas ligadas a la actividad turística, que han llevado algo de vida a núcleos casi desérticos. Sólo la Política Agraria Comunitaria (PAC) ha regado el campo asturiano con 1.500 millones de euros desde 1991. El total de inversiones realizadas en la región con cargo a los fondos estructurales del Feder, en las que se incluyen la cofinanciación del Estado y del Principado, así como las aportaciones de la iniciativa privada, alcanzaron los 500 millones de euros sólo en el periodo 2007-2013, que se alargó hasta 2015. Asturias también tiene voz en las instituciones, con un papel activo en el Comité Europeo de las Regiones, una asamblea consultiva creada en 1994 en virtud del Tratado de Maastricht, que ha ido ganando peso con un objetivo fundamental: acercar Europa al ciudadano a través de la defensa y representación de los intereses locales y regionales en la UE. Los diferentes gobiernos nombran a los miembros que los representarán en un número proporcional al tamaño de su población.

Desde 1994, el Consejo y la Comisión están obligados a consultar al Comité siempre que se desarrollen iniciativas con una clara repercusión local o regional. Los recientes dictámenes sobre el futuro de las explotaciones ganaderas o la lucha contra el despoblamiento y el envejecimiento que atenazan al Principado son valiosas contribuciones a la causa asturiana. En el terreno práctico, Asturias participa junto con otras 24 regiones europeas en la Iniciativa Europea de Vanguardia, con un objetivo común: impulsar la competitividad y el crecimiento a través de la especialización inteligente de la industria y la innovación. El Principado también pertenece, desde 1989, a la Comisión del Arco Atlántico, una entidad que depende de la Conferencia de Regiones Periféricas y Marítimas (CRPM).

Europa no es perfecta, la gestión de los fondos -en la que intervienen varias administraciones- tampoco. Es fácil caer en la crítica y más sencillo aún despreciar lo que llega como un aparente regalo que no es tal. Cada céntimo de euro invertido desde Bruselas en las regiones procede del presupuesto comunitario, que en buena parte se nutre de los impuestos de los ciudadanos. Los pagos de la PAC, las ayudas al desarrollo rural y el alquitrán que reviste las autopistas salen de nuestros bolsillos y de los del resto de habitantes de los países miembros de este club tan particular. Y es por ese camino por el que llegamos al gran punto que hace única a la UE: el principio de solidaridad y cooperación entre estados, que no se queda en las fronteras de los países miembros, sino que también trasciende a otros enclaves del mundo, a través de acuerdos, convenios y colaboraciones.

A los recortes presupuestarios que trajo la difícil situación financiera, a Asturias se le sumó en 2014 el reto de pasar de región de transición a región de convergencia, lo que conllevó su integración en el grupo de los territorios ricos de la Unión. El cambio conllevó la pérdida del 87% de los fondos asignados hasta 2013 y la entrada en una nueva "liga", en la que juega la élite de Europa.

Ahora, los empresarios y la Administración regional se miden con los proyectos presentados por la mayor parte de los departamentos de Francia, los prósperos "länder" de Alemania y las regiones del norte y centro de Italia. Dentro de España, la competencia llega de Madrid, Cataluña, Aragón, Navarra, Levante y Castilla y León.

Aun así, Asturias es una de las regiones europeas que han invertido, hasta ahora, con mayor grado de eficacia los fondos europeos, tal como ponen de manifiesto fuentes de la Comisión Europea. El promedio arroja un 87 por ciento de dinero utilizado, frente al 40% de media europea y española.

El proyecto europeo que partió en Roma, el 25 de marzo de 1957, con sesenta años de historia a sus espaldas, es concordia hasta en las peleas dialécticas de los eurodiputados que, aunque no representan a las regiones, ni siquiera a sus partidos nacionales de origen, siempre intentan "barrer para casa" y arañar apoyos para causas de toda índole.

En este punto encontramos otra de las aportaciones cruciales de la UE. La mentalidad ha cambiado. El programa "Erasmus" ha permitido a muchos jóvenes asturianos formarse en universidades europeas. Otros vienen a estudiar a Asturias, en intercambios que representan uno de los mayores activos para el presente y el futuro. Eso también es concordia.

La UE es, desde hace años, el principal donante mundial en cooperación internacional. Pese a las discrepancias que se producen cuando refugiados e inmigrantes llaman a las puertas, con sus luces y sombras, el proyecto es ejemplo de implicación en los problemas de la humanidad. La petición de "Más Europa" que en los últimos tiempos hacen de forma insistente los dirigentes, con Jean-Claude Juncker a la cabeza, recibió ayer un sonoro sí desde Asturias.

Compartir el artículo

stats