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Los bolsillos de Pepe Monteserín

Están a rebosar de ideas geniales. La novela "Los bolsillos de Bach" es una de ellas. Los bolsillos de Pepe son generosos y con muchos recovecos, en ellos se agolpan personajes típicos y atípicos, circunstancias imaginables e inimaginables, objetos de la más variopinta tipología, y un singular universo de formas tan sagazmente deformadas que configuran ese escenario delirante y fantástico que nos gustaría pisar como vía alternativa al puñetero valle de lágrimas. No salen del bolsillo de Pepe monstruos pringosos, ni dragones con eructos de compango en digestión, ni hadas madrinas de plastilina, no, que salen tipos como tú y yo, a veces malos como un cólico nefrítico, otras ricos como un bombón de Peñalba y, en ocasiones contadas, buenos, porque haberlos dicen que haylos. Guarda en sus bolsillos un bestiario que a sus anchas por el laberinto de la letra impresa deja unas huellas sobre las páginas del libro que no irritan, no cabrean, no te apetece meterte entre líneas y empezar a leches o a besos con sus personajes, sean malos como un demonio o angelitos celestiales. Porque Pepe respeta lo esencial, esa naturaleza de cada cual, la que despierta odio, amor o pena, pero el autor, antes de sacarlos a página, los barniza con su gracia monteserina, un tinte hecho a partes iguales de ironía, sátira y sarcasmo. Pepe, en una palabra, nos hace reír o sonreír frente al malo de la película. ¿Se imaginan si hubiera posibilidad de extrapolar ese arte al debate político? Si tal fuere, aguantaba yo sin obedecer a la próstata una moción de censura de cabo a rabo.

De los bolsillos de Pepe acaba de salir su última novela: "Los bolsillos de Bach". No como por arte de magia. Sino por oficio que posee el mozo en el arte de contar historias y por un porrón de horas que se me antoja pasó tomando infinitas notas, musicales y de las otras, escribiendo y corrigiendo, rastreando la palabra precisa para ubicarla en las muchas filigranas retóricas que nos ofrece el relato en el que uno agradece y no trabuca ante el retruécano, la paronomasia y el hipérbaton. Lo dicho, trabajo de bolillos, de muchas horas. Resultado: lean y juzguen.

¿Escuchó usted el "Magnificat" de Bach? Con la asistencia de youtube encontrará versiones magníficas, puede gozarlo antes o después de leer "Los bolsillos de Bach". Yo lo hice antes y después la tira de veces. Ahora, un consejo que les doy, háganlo durante la lectura. Flotarán cabalgando entre nubes a lomos de clave de sol e indagarán junto al autor, a modo de diablo cojuelo, en el interior de cada una de las voces de la polifónica del desconcierto para un concierto que dejó pasmada a la audiencia y al mismísimo Benedicto XVI, Papa. Al verle su ayudante de cámara tan en otro mundo, le dio unos meneos en el hombro y le dijo: "Aún no ha subido su Santidad a los Cielos, es el 'Magnificat' de Bach interpretado por el Coro de Hidrogás".

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