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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Hacérselo con un robot

Habrá que ir preparándose para los robots sexuales. Esperemos que sean de manejo intuitivo para los que no somos nativos digitales. Dada la fuerza del sexo, estos robots aminorarán la brecha digital.

Están haciendo encuestas acerca de si estamos dispuestos a usar los robots para algo tan íntimo. Encuestan fuera de Japón, donde están seguros de la superioridad de las máquinas sobre cualquier ser vivo. Tienen "perrobots".

En España vamos mucho de mediterráneos, de táctiles y cercanos, pero para saber que los robots tendrán futuro basta ver la atención que dan muchas personas a sus teléfonos móviles, la manera sensual con que los acarician, las sonrisas que les dedican, la presteza con la que acuden a sus llamadas. Se abstraen con ellos como aquellas parejas de los ochenta que se amaban a bocados por la calle. Muchas personas quisieran ser queridas como un móvil, es decir, como un objeto.

Con repetición propia de robot estropeado a punto de echar humo se ha dicho que estas máquinas sexuales convierten a la mujer en objeto cuando lo que quieren es convertir un objeto en mujer. No gustan algunos estereotipos femeninos avanzados por fabricantes, pero conviene recordar que se trata de tecnología para fantasías que libra a las mujeres de las consecuencias de esa fantasía.

Además, los harán con hombres porque hay mercado. Antes había el tío que era "una máquina" y ahora habrá una "máquina" que será un tío. En cuanto a los estereotipos masculinos, Manolo "el empotrador" triunfará.

La ventaja del sexo con robots es que no habrá jaquecas que lo perturben y la desventaja, que habrá jaqueos perturbadores. Ya se jaquean los dildos que recogen información y la difunden. ¡Qué cosas tiene el internet de las cosas!

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