La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Catedrático jubilado de Historia del Derecho

Docto y amigable

Emotiva despedida a un compañero y amigo

Con la muerte de Carlos Prieto, querido compañero de vida y trabajo, se acaba una forma de entender la Universidad, propia de la época de la postguerra española. Humilde, culto, pacífico, tenía las virtudes que faltaron en la sociedad enfrentada. A lo largo de los años, en su carrera profesoral de medio siglo, dejó constancia de su mensaje de bondad previo a cualquier ciencia, que en su caso se reunieron con los frutos conocidos de ser un profesor ejemplar. La serie grande de alumnos de Derecho, en una época que empezaban a formarse las nuevas Facultades y Escuelas de la Universidad de Oviedo, contaron siempre con un magisterio docto y amigable, lleno de probidad y equilibrio, que hizo suyo la enseña del grupo de Oviedo: la enseñanza como amistad.

Sobrino de D. Ramón Prieto Bances, con quien se inició en la Historia del Derecho, fue luego el profesor adjunto del nuevo catedrático D. Ignacio de la Concha, con quien formó una entente cordial que duró hasta la jubilación. Por entonces Carlos Prieto era ya la figura sensata y proba que todos respetaban y querían. Bajo su entrañable personalidad, algunos profesores quedamos unidos para siempre a la Historia del Derecho contando siempre con su ayuda y consejo. Con él vivimos la masificación estudiantil y la pobre respuesta académica; el gasto exorbitante para una reforma universitaria que quedó en meras estructuras externas y formales; el tiempo de los planes de estudios sin tasa ni historia o la salida de la Facultad de Derecho, la Casa por siglos de los juristas, a los terrenos del Cristo?Tiempos nuevos que fueron cerrando las vivencias de un pasado forjado en la pobreza material pero con el goce íntimo de una compenetración corporativa, educada y generosa, reflejo último de ese ayuntamiento de maestros y escolares con "voluntad de aprender los saberes" que dijeran nuestras Partidas.

Nos queda el recuerdo del gran profesor en las horas amargas de su pérdida. El Gaudeamus de la canción académico nos recuerda con sus vivas a la academia y a los profesores que semper sint in flore. Descanse en paz el gran amigo y compañero.

Compartir el artículo

stats