En vísperas de una asamblea crucial para el futuro inmediato del club, conviene al Grupo Covadonga un ejercicio de serena reflexión que conduzca al camino de retorno al "fair play" que fue norma general de esa casa, una de las entidades señeras de Gijón, la más importante de España por el número de especialidades deportivas que en sus instalaciones se practican.
El polémico proceso de fusión, certificado por registros y tribunales, debe dejar de ser una rémora para convertirse en una oportunidad: la fortaleza del Grupo está en sus socios, que deben caminar por la misma senda en aras del bien común de la institución.
El Grupo es una ciudad del deporte dentro de la ciudad, una entidad modélica que debe esforzarse en cerrar las heridas abiertas por la fusión, por la llegada en tromba de familias enteras que proceden de la entidad absorbida. No queda otro camino que el del diálogo y el entendimiento, en la integración de las distintas sensibilidades. Tal ha de ser el objetivo de la actual directiva: procurar la paz social y la concordia entre los que estaban y los que han llegado.
Y por encima de todo, no perder de vista las consecuciones después de décadas, con el esfuerzo de los que precedieron a los actuales mandatarios, y que esencialmente consisten en la promoción de una actividad deportiva saludable y en la formación de los jóvenes deportistas en los valores de la sana competencia y la buena lid. Se ha abierto una brecha que hay que suturar cuanto antes.
