Como quiera que Gijón ha entrado en la era de Acuario, en el año platónico equinoccial, del brazo de una entente cordial entre las administraciones públicas implicadas en poner los duros para echar a rodar, ya de una vez, los grandes proyectos pendientes; como quiera que se ha instaurado la época del "que se besen" entre el Gobierno de la nación, el Ejecutivo autonómico y el mando municipal, cada uno de un color político diferente (alguno incoloro, incluso, inodoro e insípido), el próximo viernes cortarán la cinta inaugural de la Feria de Muestras la presidenta del Congreso, el presidente del Principado, el ministro de Fomento y la alcaldesa de Gijón.
Si en ediciones precedentes se echaba en falta notable presencia institucional en la apertura del recinto temático, para quien no quiera café, este año dos tazas. O tres.
Cuentan las lenguas más afiladas del lugar que la presencia de Íñigo de la Serna, que ya parece playu con tantas idas y vendidas desde que cogió la cartera de Fomento y los donuts del cargo, es una invitación personal de la Alcaldesa, que también hizo migas antaño con Ana Pastor, pero la entonces ministra y ahora presidenta de las Cortes le salió por peteneras. De todo lo que Pastor prometió para el plan de vías no cumplió nada. En Gijón dicen que la amiga de Rajoy barrió para Galicia a la chita callando.
Por suerte para Moriyón, devino en príncipe lo que era rana y el nuevo titular de las infraestructuras estatales cumplirá o no sus compromisos, pero no se esconde ni da largas. Habrá que estar vigilantes, de cualquier forma, que de promesas incumplidas están las hojas de ruta del futuro de Gijón lamentablemente llenas.
