No parece muy claro que Chillida dejara firmado, en el contrato que suscribió con el Ayuntamiento de Gijón el 8 de agosto de 1988 para la construcción de un monumento en el Cerro de Santa Catalina, que al "Elogio del horizonte" no se le pudiera meter mano. En la novena cláusula contractual se especifica que el Ayuntamiento se obliga a mantener la obra y su entorno en perfecto estado de conservación y mantenimiento, "debiendo realizar las obras necesarias para tal menester, así como las de reparación para subsanar el deterioro que pudiera sufrir". Y el deterioro existe, como reconoció el edil Arrieta en el último Pleno municipal.
Esa misma cláusula explica que cualquier actuación deberá hacerse "siguiendo las instrucciones de Eduardo Chillida Juantegui". Pero el célebre escultor falleció el 19 de agosto de 2002... Cierto que la propiedad intelectual de una obra de arte corresponde al propio artista; y a su muerte, a sus herederos. De manera que se supone que habría que contar con los deudos del artista a la hora de acometer cualquier actuación en el gigante de hormigón, al que mejoraría sin duda una iluminación monumental que realzara su presencia y su visibilidad nocturna desde el Muro de San Lorenzo.
La erección de un monumento encargado a un gran artista tiene esas cosas: por lo general los escultores de renombre suelen ser melindrosos y tiquismiquis. Máxime cuando se trata de levantar algo tan erecto como el "Elogio", instalado en un paraje donde las parejas aprovechan la nocturnidad para darse de achuchones y arrumacos. Motivo este último, dirán algunos, para no darle luz.
