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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Afrancesados

Lo malo de la llegada de franceses a Gijón es que no se alojan en hoteles, sino en viviendas de amigos y familiares

Si uno de cada cinco turistas extranjeros que visitan Gijón procede de Francia, cabe pensar que algo tuvo que ver la autopista del mar en la temporada que permaneció abierta, hasta que el armador decidió que no merecía la pena arriesgar su dinero en una línea marítima bisoña cuando se acabaron las ayudas europeas.

La Gijón-Nantes por mar supuso el despegue del transporte marítimo de contenedores con salida en El Musel, para poner en Europa productos del noroeste de la Península en tiempo y forma; pero también sirvió para promocionar el turismo asturiano en el país vecino del Norte. Lo cual confirma que para garantizar su estabilidad, la autopista del mar debe compaginar transporte de mercancías y de personas.

Lo malo de la llegada de franceses a Gijón es que, según la estadística municipal, no se alojan por lo general en hoteles sino en viviendas particulares de familiares y amigos. Lo cual conduce a la pregunta más obvia: ¿tantos afrancesados hay en esta ciudad? No lo parece, por cuanto no se detecta en Gijón un uso excesivo de galicismos en el lenguaje, ni sobresale el gusto por la moda francesa, como en el siglo XIX por las pelucas empolvadas. Sólo el gobierno local parece encariñado con les enfants de la patrie, de ahí su empeño en la imagen parisina de Marqués de San Esteban, que ha quedado sin embargo como una esquina de Bangladesh.

Lo que llamaron antaño la pequeña Londres va camino de parecer un mínimo París. Animemos al concejal de Urbanismo a que recupere en la Ería del Piles los viejos Campos Elíseos de La Arena. En Gijón hace falta circo.

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