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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

El dulce aroma de lo imposible

María del Mar: "Sí. Lo sé. Lo admito. Me lo confieso. Lo asumo e incluso me lo perdono. Hago honor a mi nombre y soy un mar de dudas. Unas veces revuelto, otras en calma. No apto para navegantes que teman naufragar. No siempre fue así. De niña creía en los cuentos de hadas. No es original pero no negaré que me lo pasaba bien con las mentiras. La magia. Qué hermosa palabra para expresar deseos imposibles. Los príncipes azules que no destiñen. Los finales felices y la maldad sometida por la generosidad y el valor. Pasaron los años y me hice extremadamente romántica cuando empezaron a gustarme las historias de amores broncos y atormentados. Nada de blandenguerías, por favor. Alérgicas a la cursilería y las soluciones ilusas. Podía tener sueños pero siempre los tuve a raya con unas dosis de realismo que me impidieron cometer algunos errores. Los más graves. Otros me ayudaron a adquirir experiencia en asuntos que a la postre resultaron meros espejismos. Como deseaba fervientemente que me rompieran el corazón, permití que lo hiciera el primer fraude que pasó a mi lado. Atractivo, intenso, profundamente superficial. Lo peor no fue el sufrimiento, sino la convicción años después de que había elegido fatal mi primer quebranto amoroso. Así que mis siguientes apuestas fueron a la baja. El desengaño es llevadero, la decepción nunca mató a nadie. Cada patinazo me ayudó a conservar mejor el equilibrio. Dejé de hacerme ilusiones respecto al amor y me conformé con sustituirlo con ocasionales arrebatos de pasión fugaz con seres que no merecían más atención que la estrictamente necesaria para no hacer daño a mi conciencia. Pero... ¿me atreveré a considerar a David un hombre por el que vale la pena arriesgarse? Alguien que me arrebate la necesidad de estar sola para no sentirme sola. Nos separa casi todo. Y no entraré en detalles para no aburrirme luchando contra mis miedos. Él sabe que lo sé y somos náufragos en la isla de la confusión. Cada uno tiene sus propias pisadas que borrar pero algo nos mantiene unidos: ambos amamos lo imposible. Huele a libertad".

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