Si hubiera que buscar un ámbito geográfico que de algún modo resumiera la historia de nuestras cuencas mineras, tan llena de humanidad y dramatismo, y que sirviera de paso como paradigma de la reacción de sus gentes por remontar las dificultades de los nuevos tiempos, acaso podríamos proponer el asturiano Valle de Samuño.
Fue en la segunda parte del siglo XIX cuando el Valle orilló la tradicional agricultura para dar paso preferente a la minería, fuente de puestos de trabajo durante siglo y medio. Es conocido que los nuevos tiempos fueron eliminando de las cuencas la explotación del carbón como motor de su economía.
Las buenas gentes del Valle de Samuño, como todas las del valle del Nalón, han sabido reaccionar con un esfuerzo común ante los que ya no eran tiempos de una decimonónica agricultura de subsistencia frente a los inevitables cierres de explotaciones mineras. Los vestigios industriales y mineros son ahora la muestra interesante de un pasado reciente y a la vez un legado patrimonial que el Valle ha sabido rentabilizar.
Territorio emblemático de lo que fue la marca Asturias y su transformación. Valle para el recuerdo sobre el eje del cantarín río Samuño que hemos recorrido, sobre un tren amarillo, entre castaños y helechos, galerías y castilletes: el pozo San Luis, el Samuño, los vestigios a cielo abierto, el Ecomuseo minero, la senda, el paisaje, la exuberante vegetación?
Sin duda puede ser éste nuestro pueblo ejemplar, digno modelo a escala de lo que fue una reconversión necesaria que la iniciativa popular supo llevar a cabo.
