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Simplezas y complejidades

Dice un alcalde que lo que pasa en Venezuela es responsabilidad colectiva de todos los venezolanos. Caray. Menos mal que se nos ilumina agosto con un destello de talento político. Hemos descubierto así, en mitad del verano, que hay dos tipos de conflictos. Están aquellos en los que los agresores agreden a los agredidos y ahí no hay mayor problema. Esos son los conflictos simples. Los analistas políticos se pueden mojar en esos asuntos sin miedo a que un alcalde les enmiende la plana. Pero luego están los otros conflictos. Los conflictos complejos. Mecachis. No nos habíamos dado cuenta de que hay conflictos simples y conflictos complejos. En los conflictos complejos, los agredidos son copartícipes y corresponsables del clima que posibilita la agresión que los agrede. Esa es la complejidad de los conflictos complejos que nos acaba de explicar el alcalde crack. En el PSOE hay crisis inmensa de talento político; ese problema ¿es simple o complejo? Cuando alguien accede a responsabilidades que están muy por encima de sus capacidades ¿es responsabilidad de ese alguien no haber estudiado en el cole con aprovechamiento la lección de la complejidad o, por el contrario, hay que achacarle a toda la comunidad -en el caso de un incapaz, a la comunidad del partido que lo mantiene- el que nadie ponga remedio a una observación muy torpe? En el caso de los conflictos complejos -las víctimas de los conflictos simples, que se jodan- hace falta que medie Zapatero. En el caso de los conflictos complejos, es muy importante -alcalde del PSOE dixit- el diálogo. Apenas sobrellevamos como mejor se puede la complejidad de la larga operación Neymar -sí, sí, complejidad, no me pongan esa cara: en el asunto Neymar, todos los barcelonistas son copartícipes de una situación compleja- cuando descubrimos, en el verano del 2017, que un político socialista nos exhorta a tener en cuenta la importancia del diálogo. Cuando en el diálogo que no acaba de cuajar hay unos que encarcelan a otros, entonces ha llegado el momento de llamar a Zapatero. Naturalmente, en panorama semejante -corrijo: en panorama de semejante complejidad- queda una cuestión por debatir. Las opiniones de los políticos ¿a qué son debidas? La libertad que el PSOE tiene por seña de ADN ¿estará en crisis la probe a tono con la complejidad de los tiempos que vivimos? ¿Hubo alguna vez un tiempo simple que nos haga entender la complejidad actual de los probemas que, en el Caribe o donde se tercie, surgen por ahí fuera? Revolución urgente en la política española: responsabilidades según capacidades, y no por encima de ellas. Cumpliendo eso, iríamos de cine. ¡Y mantendríamos la mejor Liga del mundo! Hay que ver. Tenemos Wonderland al alcance de la mano pero, ingratos que somos, no nos damos cuenta.

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