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Clave de sol

Una lección inesperada

Mensaje sin palabras de un sentimiento olvidado

Lo recibimos ayer por la habitual vía electrónica, junto a numerosos vídeos sobre el último atentado, pero lo dejamos guardado hasta la noche para el acostumbrado repaso, no sin algún riesgo de borrado por simple saturación. Supe después que nos hubiéramos perdido una de esas ocasiones que, en su sencilla levedad, llevan dentro un precioso mensaje sin palabras.

Escena al sol, plaza de una iglesia, aparatosa banda de música supuestamente militar que está en posición de firmes: uniformes, entorchados, gorros historiados, escarapelas irisadas... Paisaje típico al fondo. Una suave brisa mueve las hojas de los árboles. El numeroso público espera en filas de sillas algún acontecimiento. Silencio total.

Los músicos sitúan sus instrumentos, el director da la entrada y, con el primer compás, se vuelve hacia el público, que se ha puesto en pie. Todos permanecen inmóviles como en señal de respeto. ¿Qué saldrá de todo esto? Escuchamos con atención por ver si somos capaces de identificar la pieza.

Nos parecía la Marcha Real? ¡Lo era! ¡Nuestro himno!... Sonaba bien, modulada, vibrante, la partitura entera. La gente asiste con un respeto total y al final aplaude con entusiasmo. No podemos evitar un punto de emoción que nos hace levantarnos del sofá. Porque, digámoslo ya: la escena no era en España, ¡sino en Italia! Una especie de homenaje musical a los españoles tras el último desastre.

Sentimos una emoción no exenta de melancolía. Los italianos querían consolarnos con un himno? que no suele sonar en Barcelona.

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