"Solo hay una guerra que importa. La gran guerra". Ya era hora de que Jon Snow le dijera a Cersei Lannister bajo el sol de Desembarco del Rey que los muertos están muy vivos y van a por todos ellos. La temporada ha sido el vivo ejemplo de como ir al grano.
Después de tantos capítulos con viajes interminables que afortunadamente tenían su conclusión en un cierre sobresaliente, "Juego de tronos" por fin se ha dejado de idas y venidas y ha dado al público lo que quiere ver obviando todos esos momentos de relleno. Es cierto que algunos de esos rápidos desplazamientos, como la meteórica carrera de Gendry más allá del Muro, pueden parecer de lo más exagerados. Pero no hay que caer en el error de juzgar una nimiedad de la que se desconocen muchos factores y sí agradecer el gran desenlace del episodio seis, titulado "Más allá del muro", en el que dragones y muertos vivientes finalmente entran en acción.
Con la historia entre Jon y Daenerys se ha evitado forzar la situación como en cualquier "sitcom" de medio pelo. Los dos reyes consolidan su alianza a través de charlas políticas o actos militares que revelan las verdaderas intenciones de cada uno. Otra cosa distinta es que no haya química entre los dos actores y que Kit Harington no haya cambiado la cara durante siete temporadas.
La revelación final de Bran consigue dejarte pegado a la silla y disfrutar de una terrible destrucción que señala que el invierno ha llegado. Ahora, paciencia.
